‘Here and Now’. La huella de ‘Six Feet Under’ sigue con nosotros

Vistos los siete primeros episodios emitidos por HBO, permitidme comentar la nueva serie de Alan Ball, creador de ‘True Blood’ y ‘Six Feet Under’ (esta última de las mejores series de televisión de la historia). El guionista y director estadounidense vuelve a la carga con ‘Here and Now’, donde de nuevo se habla de una familia disfuncional, pero adaptada ahora a estos nuevos tiempos. Pretende retratar los Estados Unidos de Donald Trump, un completo infierno que se suma al de los personajes, magníficamente construidos.

La serie, estrenada el pasado 12 de febrero en HBO España, necesita tiempo para ser digerida. Los capítulos se toman su tiempo para explicar la cotidianidad de una familia multirracial, formada por un padre depresivo (Tim Robbins), en plena crisis de los sesenta, profesor de filosofía, que continuamente se está preguntando por el sentido de la vida; una madre histérica (Holly Hunter), abogada y perfeccionista; y cuatro hijos, Kristen, la hija biológica y los otros tres adoptados de Liberia (Ashley), Vietnam (Duc) y Colombia (Ramón). Su día a día se ve trastocado cuando uno de los hijos comienza a ver cosas que el resto no puede ver. Aparte de los protagonistas, los secundarios son muy potentes (un vecino que quiere esconder su religión para no ser rechazado por su comunidad, o un hijo musulmán que se siente mujer y se pone hiyab en casa), mucho más interesantes que algunos personajes de otras series.

Sin ninguna duda, es una serie de personajes, todos imperfectos, que Alan Ball disecciona lentamente, pero sin juzgarlos, solamente observa paciente su evolución. Asistimos a la grieta de cada uno de ellos, pues la infelicidad se asoma a sus vidas, como una sombra a la luz. Aquí lo importante es la psicología de los personajes, su mundo interior, su ‘aquí y ahora’, condicionado por su pasado. Lo fundamental es todo aquello que subyace bajo esta estampa familiar de clase media idílica, tan propia del sueño americano (‘American Beauty’ es otra de las fuentes de la que bebe). Cada miembro esconde con el velo de la apariencia su infierno interior, intentan que los demás no aprecien sus miedos, sus demonios internos y su malestar vital, poniéndose una coraza, y una falsa dosis de felicidad. Ya sabéis: Todo va bien, cuando en realidad no es así.

El núcleo central de la serie se pone de manifiesto en su primera escena, un mal sueño o pesadilla (como queráis llamarlo), y en la parte final, donde Ramón comienza a ver o percibir cosas que el resto ni se imagina. Sueños inquietantes que le persiguen, el número 11 (convertido en leitmotiv de la historia), y visiones que le harán dudar de todo. ¿Tiene una enfermedad mental, o realmente es un elegido que puede percibir lo extraordinario?, ¿hay algo que nos vincula a una cosa más extraña y profunda de lo que podamos imaginar?, ¿existen unos hilos invisibles que nos conectan por alguna razón desconocida?, ¿o es coincidencia?…

El elemento fantástico/sobrenatural, creador del misterio, es una mera excusa, creo, para hablar de algo más importante, el drama interno de cada uno de ellos, del mismo modo que hizo ‘Lost’ o ‘The Leftovers’, cuyos enigmas fueron los motores que iniciaron el análisis de la condición y relaciones humanas. A partir del caos interior de sus personajes, el sueño americano se desmorona. Nada es ideal, si hablamos de lo esencial (el ser), el matrimonio sólido y perfecto es una fachada, en el fondo todo es un desastre. Este desmoronamiento empieza a manifestarse plenamente por Ramón, que cree que está loco, lo cual le lleva a sentir un pánico atroz a tener una enfermedad mental.

Bajo el paraguas, o la etiqueta, de “drama familiar con tintes fantásticos”, el guionista de ‘American Beauty’ trata asuntos complejos, como la discriminación racial, la diversidad cultural, el uso absurdo cada vez más habitual que damos a las redes sociales, la identidad de género, la homosexualidad, la infidelidad, las enfermedades de transmisión sexual, la religión islámica, el racismo, la imposibilidad de conocer del todo al otro, la fragilidad de la vida… retratando a través de ellos a la sociedad americana (tan contradictoria). No profundiza sobre ellos de golpe, pero los va introduciendo poco a poco. Alan Ball es un maestro en reflejar la cotidianidad más inmediata, es capaz de introducir los elementos sobrenaturales de manera natural.

El episodio piloto sirve como presentación de los personajes. Ya desde el principio deja claro la siguiente idea: el ‘ahora’ es lo único que siempre existe. Tenemos que centrarnos en el ‘aquí’, y dejar de afrontar las cosas con miedo, una sensación que paraliza y puede echar por la borda tu vida, porque los pensamientos crean realidades. Sólo hace falta que miremos al mundo para ver la ausencia de amor, Ball siempre con la esperanza de que éste sustituya a la ignorancia, al odio, al terror y a la rabia: el deseo de que el mundo sea un sitio distinto al que es.

Es mejor no comparar esta serie con su antecesora, ‘Six Feet Under’, de la que es sencillo sacar paralelismos (la familia disfuncional, la muerte como algo inherente a la vida, lo onírico, la importancia de lo emocional, el existencialismo filosófico, la simbología, el humor negro, los toques absurdos, raros, inquietantes…), pues saldrá perdiendo. A mi modo de ver, no podemos hacer un juicio justo de una obra inacabada a la que espero le falte un largo recorrido, veremos si el tiempo confirma lo buena serie que, por ahora, está siendo ‘Here and Now’.

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