‘Wonder’ no es sólo la historia de un niño ante la cruel adversidad de su día a día, sino un espectro mucho más amplio de ello, es un cúmulo de vidas que sufren, ríen y lloran junto a Auggie, un relato de superación, desigualdad, valores y amor.

Innegablemente tierna, humana y simpática, sin duda necesaria aunque su argumento se haya visto ya en repetidas ocasiones, ‘Wonder’ responde con acierto al grito de una sociedad tantas veces cegada por su propia sombra. Stephen Chbosky ha tenido la suficiente valentía para no caer en la demagogia de la lagrima fácil, ‘Wonder’ no es otro pastel con sobredosis de azúcar capaz de empalagar al más sensiblón de los espectadores.

Una vez más fantástica interpretación de Jacob Tremblay, no está a la altura de su deslumbrante personaje en ‘Room’ pero devora un papel nada fácil, señores no olvidemos que tan solo tiene once añitos. Julia Roberts está enternecedora y Owen Wilson simplemente funcional, todos ellos envueltos por un guion en el que nada sobra pero al que se le podría haber pedido más ambición. Falta algo más de vida en su concepto más amplio, el de la alegría y la tristeza, el de la emotividad desprendida de tan difícil experiencia, falta esa inevitable explosión de fuerzas contrapuestas surgidas del pulso entre la superación y la injusticia.

No es necesario caer en lo típico y tópico para llegar al público, es cierto que ‘Wonder’ lo consigue, pero no es lo suficientemente potente como para dejar una marca duradera en el alma. No es una película dura, tampoco un desbordante canto a la felicidad, sino que se aleja de ambos polos para ofrecer un tono encantador pero en ocasiones demasiado comedido, aunque gracias a ello es un título tan apto como imprescindible para los más pequeños.