Una cita importante

La muerte no tiene su magia negra en el momento de la expiración de la vida en sí. La impía, como tal, demuestra su desmesurado poder en todas y cada una de las posibilidades de encontrarte con ella por las que atraviesa el ser humano en un día cualquiera. La sombra, poderosa e invisible, siempre mantiene su aliento pegado a tu cuello, con el fin de que, al sentir su soplo cerca, te des Captura4cuenta de que no hay un por qué, ni una razón de que tu vida se marchite mediante momentos y el paso del infranqueable tiempo, simplemente, ella, como una jugadora hábil, demuestra su superioridad constantemente, y sin ningún pudor en ello.
El paseo de la vida, el segmento que la forma, hace de la muerte el punto y final de la misma. La sombra de la guadaña está en alerta constante hacia todos, y baila al son de su humor, balanceándose constantemente en un columpio de azar y juegos de dados, que es la vida para ella. Todos y cada uno de nosotros, débiles mortales, no somos más que un trozo de carne que desea rasgar con sus afiladas uñas, hasta desprender el alma y absorberla dentro de ella. Mortales, casados a una vida cuyo divorcio lleva capa, cuyo fuego interno está hambriento en el océano de tiempo de la eternidad; mortales afincados al lujo de la respiración, y creyentes de que nosotros no seremos los siguientes.

¿Dónde entra el cine en todo esto? Bien; el cine posee películas dedicadas a muerte, a vida, a temor y a eternidad; y a mucho más, claro. Pero centrémonos en el tema principal de este artículo de El dictado de la Z.

La muerte en el cine, se ha disfrazado con multitud de apariencias, con multitud de palabras y de aromas
que embriagan historias creadas en torno a la figura principal. La muerte, ha adoptado multitud de nombres a lo largo de la historia del cine, multitud de palabras han servido para vaticinar su llegada, o para alejarla de la cercanía. Eufemismos han terminado sucumbiendo ante su majestuosa capacidad de aproximamiento a la verdad, y poderosos antónimos han caído rendidos ante Ella. Muerte de célebres personajes, o de simples desconocidos han sido monitorizadas por los ojos más críticos de la historia, y millones de oídos han escuchado los gritos de temor o de alivio que su llegada ha propagado por todo el páramo.

La muerte, como tal, la encuentras en millones de títulos, en caprichosas formas, como la alterna que sufre Benjamin Button con su extraordinaria vida, o como el perdón de la misma, como celebra John Constantine. Su sombra es alargada y de caliente Captura3sentimiento, como se siente en Lovely Bones, o su notoria superioridad le hace ser una tramposa e inexpugnable fortaleza, como en El séptimo sello. Los lazos los une la muerte, los lazos los separa la muerte. Cientos de formas en multitud de formatos han pasado por la retina de dichosos; que han sucumbido desde la butaca al terror de sus intromisiones en el séptimo arte con El Sexto Sentido, o simplemente se han reído de Ella como en Zombies Party. Es decir, la musa de cientos de directores y cientos de actores sigue siendo la portadora de la guadaña más incompasible de la historia; cuyas obras han sido escritas y/o protagonizadas en periodos donde dicha presencia pasó por sus vidas, o en los cuales proyectos magníficos y vidas futuras de ensueño quedaron truncadas por aceptar el abrazo de esta.

Brad Pitt apareció como una exhalación en la vida de Anthony Hopkins y Claire Antonia Forlani en ¿Conoces a Joe Black? Y enseñó a una muerte curiosa y pícara, asustada de un mundo desconocido y en el que su incomodidad era latente; capaz de sentir y enamorarse, y siendo “timida hasta la sensualidad”.
En El séptimo sello, Bengt Ekerot interpreta a una muerte capaz de aceptar una partida al ajedrez contra la persona que venía a llevarse.
Son dos ejemplos, sin más, de la cautivadora necesidad de saber sobre Ella que todo ser humano anhela en cualquiera de las formas posibles.

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La muerte en el cine, se ha mantenido sobre el hilo de una historia siempre morbosa y a sabiendas de que su espectacularidad puede ser muy superior a otras, encontrando así un filón sobre la creación de obras que mantengan al espectador en su asiento. Si dicho actor exhala su último aliento a los pocos días de grabar, durante la grabación, o en el día del estreno, el film tomará medidas épicas, y dicha historia estará bendecida por una oscura varita, por una determinante e invisible guadaña que la postergará más allá de los formatos que permitan su visión. El ser humano, morboso y enamorado de temas oscuros y viscerales, se encontrará ante visiones que jamás imaginó, y disfrutará del terror desconocido a un final del que no sabe la consecuencia, ni la causa tampoco. Un final que solo el cine es capaz de contar como tal; que solo el séptimo arte puede plasmar sin aterrar masas ni provocar sacrificios mentales para aceptar la idea de que la vida es un segmento que tiene un final, exactamente igual que tiene un principio.
El cine lo demuestra; el cine lo acepta y lo transforma en las condiciones necesarias para contar la mágica historia de un viaje cuyo final es el abrazo mágico de la sombra, de la caprichosa forma de una capa oscura, unos ojos impenetrables y una guadaña alzada sobre los mortales que la vemos tan superior. El cine nos la acerca, sin el miedo que se siente en la vida general hacia Ella; el cine nos la transforma en las dosis necesarias para satisfacer el morbo que atañe su existencia y que la imposibilidad de verla sin las consecuencias que ello posee implican.

El cine demuestra supervivencia más allá de lo natural del ser; entre la realidad y la ficción de un primario instinto que se ceba con los débiles y se no se amilana frente a los poderosos. Hayas nacido donde hayas nacido; hagas lo que hagas, y seas lo millonario que Captura2seas, la muerte te encontrará y te dará su infinito abrazo. Heath Ledger, Marilyn Monroe, Paul Walker, Philip Seymour Hoffman y un sinfín de nombres se la encontraron en uno u otro punto de sus carreras; y esta, se llevó un pedazo de historia, y un gran trozo de futuro cinéfilo con ella, demostrando mi última afirmación.
Pero no es angustiosa ni nerviosa; su paciencia no conoce límites, y en miles de historias lo demuestra, de una u otra manera, arrancando la vida de personajes que marcaron un antes y un después, haciéndonos partícipes del dolor momentáneo que proporciona la pérdida de grandes interpretaciones con las que nos sentíamos conectados de un modo u otro.

Después esta George RR Martin; pero eso es otra historia; así que no le cojáis demasiado cariño a sus personajes.

El cine, por tanto, nos la presenta, en miles de formas y cientos de nombres, con rostro o sin él, con futuro y entretenimiento o con soledad y vertiginosa velocidad; pero en definitiva nos la presenta, nos acerca a ella y a su presencia, y es una batalla que, con cierta distancia, le ganamos, y nos hace saber más sobre lo incierto que es el camino hasta su llegada; y como se convierte en la cita más importante que jamás, cada uno, tendrá en toda la historia de la humanidad.

Pero ya lo dijo Máximo Décimo Meridio (más o menos): «La muerte nos sonríe a todos, devolvámosle la sonrisa.»

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