Tras vivir y estudiar varios años en París, Selma (Golshifteh Farahani) decide volver a Túnez y abrir una consulta de psicoanálisis. Pese a los malos augurios de sus tíos, su consulta se llena nada más empezar. Y es que los tunecinos tienen mucho de lo que hablar.

Un diván en Túnez (Manele Labidi) nos presenta la historia de Selma y su proceso de adaptación a una ciudad que, pese a haber nacido allí, ya no conoce y siente ajena. Durante toda la película veremos a Selma perseverar y superar un sinfín de problemas derivados de enfrentamientos culturales y situaciones complejas y extrañas. Mientras acompañamos a Selma durante su periplo para poder mantener su clínica, nos acompañará una banda sonora que buscarás nada más llegar a casa y el exótico paisaje de Túnez.

Con un buen ritmo y una buena sucesión de chistes, personajes de los que encariñarse y situaciones un tanto disparatadas, es inevitable no dejarse atrapar por la terapia de Selma. Y es que, aunque es una comedia, entre chascarrillos se nos presentan varios problemas de actualidad como el querer romper con tradiciones machistas y anticuadas, una administración pública lenta y corrupta, dudas con la identidad sexual o de género y la soledad. Eso sí, su final deja buen sabor de boca, y seguro que saldrás del cine con una sonrisa en la cara.

Mención aparte merece su traducción para subtítulos, que aunque no he conseguido dar con el traductor para poder acreditarle en condiciones, es muy buena y natural, algo imprescindible para poder sumergirte de lleno en cualquier historia.

Tráiler

¿Pasa el corte?
Overall
3.5
  • Originalidad
  • Fotografía
  • Edición y montaje
  • Banda Sonora
  • Guion
  • Interpretaciones

A destacar

  • Lo mejor: Los distintos personajes, todos entrañables a su manera.

  • Lo peor: Aunque a mí me gustó el final, reconozco que puede que no satisfaga a todos.

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