‘The Virtues’, un drama devastador y honesto

Sin familia cercana a la que recurrir, Joseph (Stephen Graham) está obsesionado con un trauma del pasado que durante décadas ha intentado olvidar sumergiéndose en el alcohol y las drogas. Harto de una vida sin rumbo, decide regresar a Irlanda para enfrentarse a sus recuerdos de infancia, ligados a los servicios sociales que se hicieron cargo de su tutela. Destrozado física y anímicamente, se reúne con Anna, la hermana a la que no ve desde que era niño, y empieza a trabajar en la empresa del marido de esta, Michael. Cuando Joseph conoce a la hermana de Michael, la irascible y temperamental (Niamh Algar), que también vive esclava de un doloroso recuerdo, se establece entre ambos una relación que podría llegar a ser liberadora para ambos.

Filmin nos regala una joya en forma de miniserie de Channel 4 protagonizada por Stephen Graham, cuya titánica interpretación es sobrecogedora. A lo largo de los cuatro episodios se aborda de forma muy cruda un tema muy duro, además del perdón, la soledad, la culpa, el amor, la familia o la redención (el imaginario crístico está presente). No desvelaré más porque aquí radica uno de los puntos fuertes de la serie, el misterio en torno al protagonista, que deja al espectador a oscuras, sin brújula, confundido porque no sabe a ciencia cierta qué es lo que sucede. Poco a poco atará cabos y se dará cuenta de que los personajes y la historia están construidos con la precisión de un reloj suizo. Shane Meadows, creador también de ‘This Is England’, es experto en retratar excelentemente el dolor de sus personajes rotos (atormentados por la violencia, la culpa, la adicción, la venganza y la explotación) y la miseria que hay alrededor de ellos. Todo esto se filtra desde la óptica de la naturalidad y realismo atroz, sin ningún artificio. De hecho, están basadas en su propia experiencia personal (el desnudo emocional del creador es por otra parte digno de alabanza).  

Joseph, un protagonista autodestructivo, está obsesionado con un trauma del pasado que durante décadas ha intentado olvidar a través del alcohol y las drogas (en el primer episodio de manera muy explícita se ven las consecuencias de su caos interior, de alguna manera vuelve a la vida, lo cual es un milagro). Harto de su existencia sin rumbo, decide regresar a Irlanda para enfrentarse a los recuerdos de infancia y hallar el génesis de su propio infierno. Allí se reencontrará con Anna, su hermana, a la que hace muchísimo tiempo que no ve, y la familia que ha formado. Es donde conoce a Dinah, la cuñada de Anna, quien también está pasándolo muy mal, en ese sentido intentarán apoyarse uno en el otro y compartir la miseria que tienen dentro.

Es un relato de reencuentros, al principio confuso, en el que el personaje tiene un vacío en el corazón, un permanente ruido que quiere acallar, y busca desesperadamente una paz que ve imposible alcanzar. El último tramo de este drama devastador y honesto es absolutamente magistral, una sacudida brutal a la audiencia. La realidad retratada apela a la emoción, por eso abundan los primeros planos que favorecen la presencia del patetismo en el mejor sentido de la palabra. El dominio técnico acompaña a lo que se cuenta, por ejemplo veremos que el pasado se representa con cintas de vídeo VHS. Es muy interesante el cambio de ritmo en los últimos compases de la miniserie, que antes funciona de una manera orgánica.  

En definitiva, asistiremos al viaje catártico del protagonista, que camina para encontrarse y entenderse. Debe enfrentar su pasado y todos los traumas que habitan ocultos y reprimidos en su memoria. Desciende hasta el epicentro de la tragedia para racionalizar todo su miedo, culpa y odio, y así dar nombre a lo que a priori parece innombrable.

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