‘The Little Stranger’ (2018). Terror proustiano | A buenas horas

De una cinematografía a priori algo periférica como es la irlandesa nos llegaba en 2018 ‘The Little Stranger’, por desgracia pasando bastante desapercibida, y ello pese a contar su reparto con rostros ciertamente conocidos. Estupendo terror gótico cocinado a fuego lento, supone una gratísima sorpresa en un subgénero que últimamente no suele depararlas. De hecho y con perdón del atrevimiento, perfectamente la podría haber firmado todo un Polanski, incluso Hitchcock.

Lenny Abrahamson adapta la novela homónima de Sarah Waters, entroncándola con Suspense (‘The Innocents’, 1961) vía ‘Los otros’ (The Others’, 2001), sobrevoladas todas ellas por la siniestra sombra de ‘Otra vuelta de tuerca’, obra maestra escrita por Henry James, delicia malsana y ambigua que todavía hoy provoca escalofríos.

Efectivamente, tanto en el tempo como en la atmósfera, la película presenta un notable componente literario, diríase que hasta proustiano en su uso de la reminiscencia —y no simples flashbacks explicativos—, en el inclemente retrato que hace de una aristocracia en decadencia y en el antedicho ritmo, moroso como el ancestral tic-tac del reloj en esos salones de muebles carcomidos y apolillados cortinajes.

Con la excepción del incidente del perro —aperitivo cruel de lo que está por llegar—, durante una hora larga la película transcurre por los cauces del melodrama en voz baja y aliento clásico tan del gusto del público británico, aun a riesgo de desanimar a quien esperase topar con una cinta de horror al uso, con sus groseros subrayados sonoros, apariciones marianas, contracturas cervicales y ojerosos niños de ultratumba.

Quien se resista al impulso de buscar una historia más convencional encontrará un placer enfermizo —rayano, de hecho, en el sadismo— en paladear la disfuncional relación que se establece entre el atildado médico rural que encarna un excelente Domhnall Gleeson y el matriarcado terrateniente en horas bajas que preside la veterana Charlotte Rampling, turbadora como siempre.

La tensión se va acumulando en un doloroso crescendo hasta alcanzar un punto de no retorno en la impagable escena de la fiesta navideña.

Entra en juego entonces el elemento sobrenatural, aunque con una sutileza asimismo infrecuente. De manera análoga a lo que sucedía en ‘Otra vuelta de tuerca’ o ‘Suspense’ —no así en el caso de ‘Los otros’, bastante obvia a tal respecto—, nunca acabamos de saber si la presencia desencadenante de los acontecimientos luctuosos proviene del otro mundo o se trata únicamente de una proyección emanada de las atormentadas mentes de los protagonistas.

Eso queda a la imaginación del espectador, excitada tras treinta minutos de verdadera antología y un desenlace para el que el término turbio se queda definitivamente corto.

Tráiler

¿Pasa el corte?
Overall
3.4
  • Originalidad
  • Fotografía
  • Interpretaciones
  • Guion
  • Edición y montaje
  • Banda sonora

A favor y en contra.

  • Lo mejor: la desusada tranquilidad con que se cocina el horror
  • Lo peor: que el subgénero transcurra hoy por cauces absolutamente opuestos

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