Quentin Tarantino (X) : ‘Sin City’

Un año después de Kill Bill: Volumen 2, Robert Rodriguez y Frank Miller cuentan con Tarantino para rodar Sin City (Ciudad del pecado). Esta ciudad se encuentra plagada de policías corruptos y esculturales mujeres, donde, la venganza y la búsqueda de una redención se encuentran a la orden del día.

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Una película casi en su totalidad en un blanco y negro cuyos pequeños ápices de un color intenso la hacen diferente y elegante. Dichos colores están cargados de simbolismo y relevancia para con la historia, haciéndonos sentir la pasión y el erotismo con el rojo, o el asco con el amarillo. Sin City constituye una innovadora forma de presentar a unos personajes brutales y desgarradores, y mostrarnos un encanto superlativo en la relación dramática de todos y cada uno de ellos con la historia a contar. La diferencia entre los elementos de cada pequeña historia dentro de la película se desgrana a merced de un casting que ha sido bien elaborado, dejándonos a Bruce Willis, Mickey Rourke, Jessica Alba, Clive Owen, Benicio del Toro, Elijah Wood, Rosario Dawson y un largo etcétera a la altura de sus mejores interpretaciones.

La trama que se diferencia por los capítulos de división de la cinta se enlaza de manera correcta y nos ayuda a llevar una película que en ocasiones se puede presentar lenta y aburrida; pero cuyo encanto hará que nos olvidemos de este “pero” para continuar con el disfrute visual tan magnifico que tenemos delante. Un principio brillante y un final de excepcional ejecución, Sin City es una delicia para la vista.

Más allá de lo bien que este la película, de su gran enlazamiento entre historias y de la manera orgullosa y despreocupada, con el máximo cuidado en los detalles que parece haber sido utilizada en su grabación; nos centraremos en la historia de Quentin Tarantino: Benicio del toro y Clive Owen hablando en el coche del segundo, mientras el primero tiene una pistola incrustada en el cráneo.

Hablando en términos Tarantinianos, la escena es del estilo de este, pues nos encontramos con una sucesiva secuencia surrealista y brutal, en la que la conversación entre ambos es el eje central de la misma. El cigarro de Clive Owen, consumiéndose entre sus labios y su mano derecha mientras está atento a la conducción y escucha a Benicio del Toro, babeando y mostrando la tremenda herida de su cuello y el cañón de la pistola en su cabeza. La escena va tomando colores azules, verdes y amarillos a razón de la tensión que sufre el conductor observando como el aviso de no tener gasolina del coche empieza a ser verdaderamente preocupante, mientras que la persecución del policía y el cigarrillo que se enciende Benicio hacen el resto. Una escena que termina en monologo, en golpe de cráneo contra el salpicadero, con su consecuente incrustación más honda por parte de la pistola, y con una relajada conversación con la autoridad.

La escena dentro de la amplitud de la película no es de una relevancia absoluta ni de importancia imprescindible; pero se observa claramente como Tarantino da su propio estilo a una parte de la cinta, haciéndonos partícipes de una escena divertida y brutal a partes iguales. La conversación como eje central, y los elementos que conforman la misma, tales como el cigarrillo, la salvajada de la pistola en el cráneo y las muestras de heridas son una clara esencia del estilo de Tarantino y de su placer por hacernos divertido lo que debería darnos repugnancia.

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Y, si con el segundo volumen de Kill Bill sugirió una estatua con su nombre, con Sin City agarra de un hombre a Frank Miller y del otro a Robert Rodriguez y gritan al unísono: “¡Cada vez que nos juntamos la armamos!”

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