‘Polizón’, aburrimiento cósmico (Joe Penna, 2021)

La tripulación de una nave espacial que se dirige a Marte descubre inesperadamente la presencia de un polizón a bordo que provoca accidentalmente daños graves en los sistemas de soporte vital de la nave. Sin combustible para regresar a la Tierra y sin medios suficientes para sobrevivir mucho tiempo a la deriva, los tripulantes deciden «acabar» con la presencia del intruso a cualquier precio. Sólo una investigadora médica (Kendrick) que viaja con ellos se opone a una decisión que traerá consecuencias funestas para sus tripulantes.

Admitido que no estamos ante ‘Alien, el octavo pasajero’ (‘Alien’, 1979), ni siquiera ante ‘Life (Vida)’ (‘Life’, 2017), uno se enfrenta a esta ‘Polizón’ con la expectativa de, al menos, no aburrirse (demasiado). Pues bien, precisamente eso, un aburrimiento supino y sin paliativos, es lo que le aguarda. Por mi parte, me he visto obligado a verla en dos tandas, como si de una miniserie se tratase, y no porque tenga un metraje particularmente largo —no llega a las dos horas—, sino porque su tediosa contemplación me daba más sueño que un bocadillo de lexatines.

Ojo: ciencia ficción no significa necesariamente diversión a raudales, a Kubrick y Tarkovski me remito. Pero tanto ‘2001: Una odisea del espacio’ (‘2001: A Space Odyssey’, 1968) como  ‘Solaris’ (‘Solyaris’, 1972) hacían gala de unas ambiciones —pretensiones, si se quiere— intelectuales y estéticas de las que adolecen por completo ‘Polizón’ y sus responsables, empezando por el director y co-guionista, un Joe Penna de apellido escasamente prometedor, al menos en cuanto a derroche de alegrías, con perdón de la bromita.

En efecto, todo en ‘Polizon‘ dimana una grisura e insipidez tales, que incluso extraña que Netflix ande detrás, habida cuenta de la afición de la plataforma californiana por los fuegos artificiales. El propio reparto parece contagiarse del hastío generalizado, y nada mejor que el rictus sempiterno de Toni Collette para ejemplificar la desgana imperante, hasta habrá tenido la desfachatez de cobrar. Sus apologetas alegan en defensa de semejante turra que ‘Polizón’ propone algo más que “meras” aventuras interestelares, como si los aficionados al género fuéramos débiles mentales, o peor: gilipollas.

Lo cierto es que el supuesto “mensaje”, ese del que se ufanan sus adalides, inaprensible para los cretinos que no le pedimos peras al olmo, presenta la complejidad de un ejercicio de Ética de primero de bachillerato, concretamente el conocido como dilema del tranvía.El trillado juego mental diseñado por Philippa Foot en los sesenta da para un par de clases a lo sumo, pero hacer orbitar toda una película en torno suyo —eso sin mencionar el inverosímil punto de partida— acaba con la paciencia del espectador mejor predispuesto, no digamos ya la del que venga de fábrica medianamente suspicaz, por no recurrir de nuevo a terminología algo gruesa.

Al final —nunca mejor dicho, pues hay que esperar casi hasta el desenlace para encontrar un par de escenas con un mínimo de interés—, resulta que lo mejor de ‘Polizón’ son los paseos espaciales de toda la vida. Rodados con saludable sentido del suspense y buena parte de los medios técnicos ahorrados durante los noventa minutos anteriores, se trata, insisto, de los contadísimos momentos en que logra ponernos el corazón en un puño. Evidentemente, no es suficiente.

Tráiler

¿Pasa el corte?
Overall
2.3
  • Fotografía
  • Originalidad
  • Edición y montaje
  • Banda Sonora
  • Guion
  • Interpretaciones

Resumen

  • Lo mejor: Los paseos espaciales de toda la vida, prueba de que en el subgénero está (casi) todo inventado.
  • Lo peor: La insipidez generalizada. Las presuntas motivaciones intelectuales, o éticas, no justifican un tedio de semejante calibre.

Otras cintas que te dejarán ver la Tierra desde muy alto son:

‘Away’ (2020). Marte es lo de menos | Netflix

Crítica de ‘Marte (The Martian)’ (Ridley Scott, 2015)

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