‘Planta permanente’, ¿Ha desaparecido la lucha de clases? (Ezequiel Radusky, 2021)

Lila y Marcela trabajan desde siempre como personal de limpieza en un edificio estatal. Conocen sus secretos como nadie y se han inventado una forma de subsistencia –y un sueño– gestionando un comedor absolutamente irregular en un rincón abandonado del edificio. Pero los tiempos cambian: llega una nueva directora –con sus discursos cínicos, plagados de lugares comunes– y con ella las promesas vacías, el cierre del comedor y una ola de despidos que destruyen el precario equilibrio, transformando las tareas cotidianas en una lucha por la supervivencia.

Prepárate para ver un fiel reflejo de la decadencia de la lucha de clase y la más honesta representación de la supervivencia del pobre, que atropella, casi sin dudarlo a su semejante solo por mantener la cabeza unos segundos más por encima del agua. La historia de ‘Planta Permanente’ es una de esas que resuenan con el 90% de nosotros porque todos hemos tenido un jefe que se pensaba el Mesías salvador cuando solo se miraba el ombligo, y porque todos tenemos sueños y pequeñas ideas que nos dan la vida. Ideas que pocas veces nos atrevemos a materializar pues supone tomar en un enorme salto de fe.

“El film se adentra en una historia de supervivencia, encarnada en la figura de dos mujeres compañeras de trabajo, limpiadoras en un edificio estatal, que han de adaptarse a la llegada de una nueva directora” (…) “La película hace que la gente se pueda encontrar en esos personajes, porque son muy humanos”.
- Ezequiel Radusky -

Un comedor ‘clandestino’ que siempre ha funcionado siendo ‘obviado’ o dejado pasar por los mandamases de turno es el epicentro de una historia que no te deja respirar, mientras asfixia a sus protagonistas. Lila y Marcela son dos mujeres comidas por un sistema ingente, que las anula con precariedad, turnos infinitos y un sueldo tan ajustado que volver al miserable lugar donde pasan sus días es la única salida frente a ellas. En parte cumpliendo su sueño, en parte sacando un dinerillo extra, estas mujeres que pasan sus vidas como fantasmas que limpian, cocinan para sus compañeros de ‘edificio’, en un lugar cochambroso, pero que funciona, y es «suyo».

Su vida es mediocre, pero avanza y les permite soñar, lo cual es gratis, y por lo tanto factible. Todo cambia en el momento en que una nueva jefa, que solo quiere destacar y dárselas de conocedora de las necesidades de los empleados a su cargo, entra al puesto, y los cambios, que no siempre son buenos o queridos, llegan de la noche a la mañana sacudiendo lo poco que podían controlar. El miedo incontrolable a perder lo poco que se tiene empieza a alimentarse y con él aparecen las primeras grietas entre las relaciones que mantenían el ecosistema en el que se desarrolla el film.

‘Planta Permanente’ comienza con un toque cómico, muy oscuro, pero cómico, rápidamente avanzando hacia un lugar donde la comedia desaparece y solo queda un negro plomizo. No esperes ver una cinta que te haga reír a carcajadas o que tenga un final algo feliz. Vas a ver una cinta tan cruda como la vida misma, con la que te sentirás identificado y donde no podrás escoger bando por más que creas que si. ¿Serías capaz de las cosas que son estas mujeres si te encontraras en su situación? ¿Puedes culparlas de sus acciones? Probablemente, no, y ahí es donde radica lo mejor de esta cinta, en que se habla de humanidad y no se esconden ni el ego, ni la cobardía, ni la avaricia o el instinto de supervivencia.

Aún así se habla de amistad, a muchos niveles, de lealtad, de empatía y de lucha, contra el sistema y contra uno mismo, mostrándose este último como el más complejo de los enemigos. La falta de recursos, de educación y de conocimiento se muestra como elemento diferenciador entre clases, y eso que sabemos, pero que olvidamos, nos golpea con fuerza, sobre todo al cierre del metraje.

Si quieres una cinta para luego charlar sobre temas interesantes, pásate a ver ‘Planta permanente’, pero prepárate para una película en la que solo pasa la vida, inexorable y lentamente. No hay grandes escenarios, ni escenas para los anales, pero si una infinidad de reflexiones y mucho mirarse en el espejo. Ezequiel Radusky ha conseguido lo que buscaba, dejar una cinta que diese que hablar donde ha construido personajes reales a los que amar y odiar a un mismo tiempo.

Estreno en las salas de cine de España el 2 de julio de 2021

Tráiler

¿Pasa el corte?
Overall
3.1
  • Fotografía
  • Interpretaciones
  • Guión
  • Originalidad
  • Edición y montaje
  • Banda Sonora
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Puntos fuertes

  • Una historia con la que sentirse reconocido y donde no podrás escoger bando.
  • Interpretaciones sobrias

Otras películas argentinas que seguro te encantarán son:

‘Relatos salvajes’ (Damián Szifrón, 2014): A favor y en contra

‘Karnawal’, baile y resilencia (Juan Pablo Felix, 2020)

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