‘Omar’ (Hany Abu-Assad, 2013)

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Hany Abu-Assad con su anterior largometraje, ‘Paradise Now’, el cineasta palestino mostró las 48 horas previas de dos amigos de toda la vida que son mandados a inmolarse en un ataque suicida en Tel Aviv. Ahora, y pese que Abu-Assad trata el tema, con ‘Omar’, la situación conflictiva es más un telón de fondo para mostrar los daños y consecuencias más íntimos y colaterales que el enfrentamiento provoca.

El inicio del filme es una representación muy simbólica. El protagonista salta un muro, a sabiendas de que arriesga su vida, de los territorios ocupados para poder visitar a sus amigos de la infancia, Amjad y Tarek, y a Nadia, la hermana de Tarek por la que se siente enamorado. Tanto el salto como el tener que huir del ejército son mostrados con suma precisión, elegancia, y con una calidad visual envolvente.

Es que ‘Omar’ es una odisea personal, aquí el director no pretende mostrar una situación social colectiva sino una muy concreta. Omar no es un chico que desea entrar en un paraíso lleno de manjares y bellas mujeres; no, él es un joven que lo único que desea es vivir en una casa y casarse con la chica de la que está enamorado. Esos buenos sentimientos empiezan a tornarse en su contra y volverse rencor y odio conforme va pasando su metraje. Porque, y al igual que los demás ciudadanos que habitan en el territorio, Omar está atrapado entre el fanatismo de sus compañeros terroristas y los despiadados mecanismos de represión y persecución del ejército israelí.

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Abu-Assad acierta en su forma de presentar la trama. Adopta el punto de vista de un ciudadano palestino de a pie y consigue mostrar una obra que es directa, cruda y compleja. Evita la propaganda manipuladora fácil, al igual que el tan usado maniqueísmo al que se presta el conflicto en los medios de comunicación menos profesionales. Sí es verdad que denuncia la situación de su pueblo y que no esconde su frustración al ver su tierra ocupada pero también muestra el lado fanático de los grupos terroristas que actúan en el territorio ocupado. Como ya hizo en ‘Paradise Now’, el cineasta palestino muestra varias tonalidades y grados de grises, nada es blanco o negro.

Adam Bakri es Omar, el chico que cruza un muro poniendo su vida en peligro. Bakri es un actor palestino recién salido de la Escuela de Arte Dramático de Nueva York que debuta por la puerta grande con un papel complejo. Junto con Waleed Zuaiter, que es el agente israelí Rami, son los actores profesionales que hay en la producción, todos los demás son actores son amateurs aunque el realizador consigue darles un grado de autenticidad que asusta.

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Una mezcla correcta de intrigas y traiciones provocan que el filme sea un thriller con el conflicto de Israel y Palestina como escenario, donde a la vez se hace una fuerte crítica a ambos bandos, con sus respectivas cargas de responsabilidad. Esta producción, y lo es salvando las distancias, tiene en común algunos aspectos con la película brasileña ‘Ciudad de Dios’, donde el ser del individuo queda en manos de tiranos que utilizan un pretexto para hacerse con el control y la esperanza queda reducida a lo mínimo.

‘Omar’ es una gesta al fatalismo, a una situación corrosiva que emponzoña a todo aquel que entra en contacto con ella, palestino o israelí, y que se prolonga a través de motivaciones políticas y religiosas que degeneran en odio ciego, sin sentido, de mentiras y traiciones que destruyen a la humanidad y la convierten en horror. Una película que muestra la complejidad de un conflicto, desgraciadamente, de actualidad. Una propuesta de visión recomendada.

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