‘Minari. Historia de mi familia’, el precio de los sueños (Lee Isaac Chung, 2020)

David, un niño coreano-americano de 7 años, ve cómo a mediados de los años 80 su vida cambia, de la noche a la mañana, cuando su padre decide mudarse junto a toda su familia a una zona rural de Arkansas para abrir allí una granja, con el propósito de lograr alcanzar el sueño americano. Empieza ‘Minari. Historia de mi familia’.

La carrera de los Oscars siempre tiene joyas que se esconden en la familiaridad y lo mundanal. Son cintas que nos atrapan porque cuentan historias con las que nos es fácil relacionarnos. ‘Minari. Historia de mi familia’ es muy extrapolable a cualquier familia o sociedad, ya sea de los años 80 o de la nueva centuria. Seas de donde seas, esta bien podría haber sido tu vida o la de tus padres, y esa es la magia que esconde y representa a un mismo tiempo la cinta del director Lee Isaac Chung.

El precio de los sueños

Pero, ciertamente, donde enraíza y llega es en ese retrato íntimo de lo personal dentro del núcleo familiar. ‘Minari. Historia de mi familia’ es una situación compleja vista desde el prisma individual de cada uno de sus participantes, pero sin salirse nunca del conjunto. Esto lo hace mucho más cercana, porque no nos permite tomar un posicionamiento claro por uno u otro de los adultos, aunque si caemos rendidos ante Alan Kim, que interpreta al joven niño de la familia, David, quien te atrapa con su picaresca, y mirada traviesa.

¿Es el sueño de una vida mejor algo por lo que darlo todo? ¿Cual es el verdadero coste de un sueño lleno de trabas, dificultades y penurias? Estas preguntas te asaltan continuamente mientras se presenta a la familia Yi. Cuando conocemos a Jacob, el padre de familia, interpretado por Steven Yeun, al que seguro conoces de ‘The Walkind Dead’, vemos ese todos esos tópicos tan americanos reflejados en su persona. Es un hombre que asume la iniciativa de tener que mejorar la vida de su familia en base a unas expectativas que no están basadas en la felicidad real de su familia, sino en lo que se espera o cree es la felicidad a nivel social. En el se pone de relieve incluso a miles de kilómetros el peso del honor y el deber del hombre en la sociedad coreana y desde el se vierten todos esos gestos, palabras y acciones patriarcales forzadas generación tras generación a la pantalla, a una acción que vemos volcada en pantalla.

Su contrapunto es Han Ye-ri, quien da vida a Monica Yi, la madre de esta familia a través de quien se representa el amor y la nostalgia por la tierra de uno, por unas raíces que se acentúan cuando estamos lejos de casa. Ella es esa representación de la cordura, de la sensatez, de la necesidad seguridad para ofrecer una vida estable a sus hijos. ‘Minari. Historia de mi familia’ nos permite, a través de este joven matrimonio, acceder a la complejidad de la vida familiar, a la lucha interna de realidades y egos, y sobre todo pone con ella de manifiesto la resilencia que se ve aumentada en una relación de profundo amor, metas y sueños compartidos.

Vivir para luchar otro día

Probablemente, lo que ha hecho de ‘Minari. Historia de mi familia’ el éxito que es no sea todo esto de lo que venimos hablando. No es su historia basada en realidades cotidianas, sino su puesta en escena y la honestidad que se muestra en el día a día que vivimos junto a ellos. La llegada de Youn Yuh-jung, impecable hasta decir basta, como Soon-ja, la abuela materna de los Yi. Intromisión si le preguntamos al más joven de todos, es un revulsivo anímico que se muestra escondido en sus interacciones directas y sin filtro, un poder que solo te da la edad, y que aquí juega un papel fundamental.

Las dinámicas familiares viran cuando ella aparece en escena. Desde su llegada el joven Alan Kim y Youn Yuh-jung roban el espectáculo, lo hacen suyo y todo lo demás se desenfoca y casi cae en un segundo plano. El contraste de edades, de formas de ver el mundo, de prismas y ‘verdades’ personales, se muestran mucho menos abisales en ellos a pesar de tantos años de diferencia. Y, finalmente, cabe mencionar, en esa muestra de opuestos y contrastes, la ‘maniera’ americana vs. coreana en la forma de cultivar, plantar y entender el espacio natural que se ponen de manifiesto mientras dan nombre a esta obra.

Minari es el nombre coreano de la Oenanthe javanica, también conocida como perejil japonés, apio chino, perejil cisterna y apio de agua.

Los personajes, cuidados, reales y muy tridimensionales son imposibles de juzgar, ni siquiera cuando hablamos de Will Patton, que aparece como de la nada interpretando a Paul, un veterano de guerra, con un pasado que le persigue, pero que será clave para anclar a la familia a su nueva tierra, somos capaces de emitir un juicio o prejuicio, pues vemos en su mirada un profundo dolor.

‘Minari’ está basada en las vivencias personales de su director, y quizá es lo que la hace tan cercana y asimilable, pero quizá también sea lo que la hace tan ‘corriente’. Porque, siendo totalmente honestos, esta cinta, a pesar de su fuerte presencia en la carrera de los Oscars, es una cinta que no cae en la categoría de ‘memorable’ por todos los tiempos, a pesar de lo mucho que resuena en nosotros. Su fotografía, edición y montaje son lo que esperamos de una producción de sus características. Su banda sonora, acompaña, pero no nos deja sin aliento y solo su reparto, semidesconocido para muchos de nosotros nos pega un bofetón y nos dice: «Aquí estamos. Hay mucho nivel ahí fuera, sal a buscarlo».

Tráiler

¿Pasa el corte?
Overall
3.4
  • Fotografía
  • Guion
  • Interpretaciones
  • Edición y montaje
  • Banda Sonora
  • Originalidad
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Puntos fuertes

  • Los increíbles Alan Kim como David y Youn Yuh-jung como Soon-ja.
  • La complejidad social que esconde su limpia y minimalista puesta en escena

Otras cintas de los Oscars impresionantemente buenas son:

nomadland

Nomadland’: Un viaje hacia la libertad (Chloé Zhao, 2020)

‘Una joven prometedora’, un golpe sobre la mesa (Emerald Fennell, 2020)

1 comentario en “‘Minari. Historia de mi familia’, el precio de los sueños (Lee Isaac Chung, 2020)”

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