‘Making a Murderer’. Cuando la realidad supera la ficción

Difícil de creer, imposible de inventar

Si los mejores guionistas del planeta se unieran para escribir una serie judicial tan insólita y sorprendente que dejase a los espectadores pegados a la silla durante 10 dosis de 60 minutos, quedarían en evidencia al contrastarla con la historia real retratada en Making a Murderer.

El documental estrenado en Netflix relata una serie de acontecimientos de lo más inverosímil.

Todo comienza en 2003, cuando Steven Avery es exonerado de un delito que no cometió tras 18 años en la cárcel. Si la premisa parece potente, esto no ha hecho más que empezar. Dos años más tarde, en medio de las negociaciones por la indemnización, Steve aparece como posible culpable de un asesinato. Tras toda una vida en la cárcel, todo apunta a que Steve volverá a enfrentarse a los tribunales.

Pero… ¿Puede alguien tener tan mala suerte de ser juzgado 2 veces de forma injustificada? ¿Pudo la cárcel convertir a un inocente en asesino? ¿Hasta que punto podría estar la policía involucrada en un complot para eludir responsabilidades?

La duda está sembrada y nos llevará de un capítulo a otro sin pestañear.

Making a Murderer vs The Jinx. Dinero y justicia

A la izquierda, Steve Avery en prisión 18 años por un crimen que no cometió. A la derecha, el multimillonario Robert Durst, protagonista de The Jinx.
A la izquierda, Steve Avery. A la derecha, el multimillonario Robert Durst, protagonista de The Jinx.

Nada más salir a la luz Making a Murderer, no son pocos quiénes lo han comparado con un documental al más puro estilo de The Jinx, otra serie criminal estrenada en 2015. Ambas historias, que en todo o en nada se parecen, comparten su estructura de una única temporada y un protagonista masculino sometido a la sospecha pública. Aunque ambos personajes, no podrían ser más diferentes.

Frente al multimillonario Robert Durst (The Jinx), Steve Avery procede de una familia humilde que vive en un complejo de autocaravanas y trabaja en su propio depósito de coches en el estado de Wisconsin. Y es que el dinero y la suerte en la justicia empiezan a tener más relación de la debida cuando comparamos ambos casos.

Mientras que en The Jinx, el hijo del magnate de los negocios consiguió salir airoso cuando parecía tener todo en contra, Steve Avery vuelve a enfrentar a los tribunales tras haber perdido 18 años de su vida por un error judicial, siendo un abogado de oficio lo más que se pudo permitir.

Si las comparaciones son odiosas, tras el auge del documental criminal en el pasado 2015 sólo queda decir que ambas series bien merecen el visionado.

Audiencia, juez y parte

Los padres de Steve le visitan en prisión antes de 2003.
Los padres de Steve le visitan en prisión antes de 2003.

Making a Murderer narra cronológicamente lo acontecido tras la segunda acusación a Steve Avery, con testimonios de familiares, policías y fiscales que nos posicionan más en un lado que en el otro.

Ante las pruebas y testimonios expuestos a lo largo del juicio, el espectador vive en sus propias carnes la facilidad con la que se puede manipular a la opinión pública. Quién juzgue, en la audiencia o tras la pantalla, se verá siempre sometido a una visión parcial que deja a la imaginación y a la subjetividad lo sucedido en 2003 con Teresa Halbach.

SPOILER ALERT. LEE BAJO TU RESPONSABILIDAD

Puedes estar seguro de que en tu vida no cometerás un crimen, pero no puedes estarlo de que nunca serás acusado de haber cometido uno.

Como declaraba el abogado de Steve Avery en el juzgado, cuando hablamos de justicia y dinero, nada es lo que parece.

Pruebas tan concluyentes como las declaraciones de su sobrino, que se autoinculpa como cómplice de asesinato, se tornan del todo dudosas después de ver el interrogatorio. Poco a poco, nos damos cuenta de cómo la coacción a un menor de edad de inteligencia limitada puede llevarle a confesar un crimen que va inventando sobre la marcha, ante la incredulidad del espectador.

James Lenk y Steven Colborn, policías de Manitowoc.
James Lenk y Steven Colborn, policías de Manitowoc.

Y es así como una prueba tras otra se someten a luz y taquígrafos en una nube de inconexiones tras las cuales dos nombres de oficiales de policía se repiten una y otra vez. James Lenk y Steven Colborn comparten a su vez relación con el primer caso en el que Steve Avery fue erróneamente acusado.

La manipulación de los medios de comunicación crea un clima hostil en la opinión pública antes incluso de que los abogados entren en juego. La presunción de inocencia se aleja en el horizonte y las irregularidades policiales no serán tenidas en cuenta.

Making a Murderer relata la historia de una familia de pocos recursos que se convierte en el blanco perfecto del Condado de Manitowok sacando a relucir las contradicciones del sistema judicial y rompiendo todos nuestros esquemas. O al menos así, nos lo muestra el realizador que toma claramente partida en el tablero.

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