Plasmar en una película un hecho que ha ocurrido en la realidad no deja de ser un desafío al que muchos directores les da vértigo acercarse. No por nada el cine es una herramienta poderosa, y contar la realidad ocurrida que suele afectar positiva y negativamente a uno u otro puede causar un revuelo, herir sensibilidades o poner de manifiesto más de lo que se desea.

‘La noche de 12 años’ se mete de lleno en un momento histórico reciente de Uruguay; una época convulsa política y socialmente en la que no hay cabida en la libertad para, entre muchos otros, los Tupamaros. La dictadura cívico-militar que mantuvo en vilo al país latinoamericano desde 1973 hasta 1985 llevo consigo el encarcelamiento e incluso asesinato de cientos de opositores al régimen. Aquellos encarcelados fueron tratados de manera en la cual los derechos humanos no entraban en el día a día.
De hecho, os dejamos un dato curioso, aunque con spoiler, ojo:

¿Lo leemos? Pincha en el triangulito negro

Hay un instante el 30 de noviembre de 1980 en el cual la ciudadanía rechazó por medio de un plebiscito el proyecto de reforma constitucional propuesto por el régimen de facto, dando comienzo a un lento proceso de apertura política. En dicho momento en el que se anuncia, los guardas que hay en la prisión donde se encuentran los tres protagonistas entran y les dan una paliza. Es un momento duro de la película.

La locura y la cordura

Antonio de la Torre, Chino Darín y Alfonso Tort son los grandes protagonistas de ésta cinta, aunque como el propio De la Torre confesó en una entrevista “la película estuvo a punto de llamarse ‘El sonido del silencio’, debido a que este es, por así decirlo, el principal protagonista de la película. El hilo central de esta es que nadie podía hablar con nadie, ni siquiera con ellos mismos. El Ñato me dijo que un verbo más tiempo es tortura” .


«Y si este fuera mi último poema, insumiso y triste, raído pero entero, tan solo una palabra escribiría: compañero”

Mauricio Rosencof

¿Qué buscaba esto? el aislamiento más profundo. Pero alejándonos de idealismos y opiniones personales hacia la resolución del régimen uruguayo del momento, entremos de lleno en la obra de Álvaro Brechner. En ‘La noche de 12 años’ nos encontramos con una película en la cual la fotografía es uno de los puntos fuertes en los que se sustenta: las imágenes del encarcelamiento, las torturas y ese desgaste tanto físico como mental que los protagonistas van acuciando se vuelve los pilares que mantienen la tensión y el deseo de desenlace en la película.

Dicha fotografía no sería nada sin el trabajo interpretativo de los tres principales protagonistas. De la Torre no tiene nada que demostrar a nadie, pero dando vida a Pepe Mujica se ve a un hombre abatido, cansado, pero no derrotado. Muestra esa fortaleza a pesar de ese desalentado rictus que mantiene. ¿Por qué digo esto? Por que me parece extremadamente complejo combinar esa fuerza y ese sentimiento de desánimo al mismo tiempo.

Chino Darín, al que hemos visto ‘Durante la tormenta’, por ejemplo, da vida a Mauricio Rosencof, y Alfonso Tort es Eleuterio Fernández Huidobro. Los tres forman un tándem de calidad y que muestran una soberbia calidad interpretativa.

La música no termina de cuajar, de acuerdo; pero comentario favorable de manera obligada para unos efectos sonoros deliciosos. Los momentos comunicativos entre los rehenes (ojo, rehenes); y los pasos y la desesperación se encuentran perfectamente plasmados con unos efectos de sonido dignos de mención.

Un guion trabajado y condensado en lineas generales que nos ayudan a saber ese silencio perenne que se debía mantener, y unos leves toques de humor (muy escaso, si, pero presentes) ayudan a matizar aun más la sensación de agobio y clausura de los protagonistas. Y esto es un ejercicio por parte del director de aplaudir; un acto de madurez el no utilizar una película con unos hechos reales tan poderosos para mostrar algo más… sencillo de visionar por el público. Quizás ahí resida su poder, en mostrar de una manera más «cruda» la realidad de Mujica y compañeros a lo largo de los 12 años de encarcelamiento.

En definitiva: una película impactante, ruda y complicada, pero que no hay que dejar escapar. La fuerza que desprende ‘La noche de 12 años’; su poder narrativo y su incesante ritmo no dejan respirar tranquilo durante su metraje, y eso, para quienes nos aventuramos a ver la película, nos termina pareciendo un poderoso enganche en la misma. Es una película magnífica; complicada, pero magnífica.

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