'Judy' (Rupert Goold, 2019) | A buenas horas

Durante el invierno de 1968, treinta años después del estreno de ‘El mago de Oz’, la leyenda Judy Garland llega a Londres para dar una serie de conciertos. Las entradas se agotan en cuestión de días a pesar de haber visto su voz y su fuerza mermadas. Mientras Judy se prepara para subir al escenario, regresan los fantasmas que la atormentaron durante su juventud en Hollywood.

¿Tu también pensabas que el Oscar a mejor actriz le había caído del cielo a Renée Zellweger? Pues siento decirte que estábamos muy equivocados. En ‘Judy’ ella es el alma y lo poco que se salva de la cinta. Sin Zellweger probablemente habríamos dejado de ver la cinta nada más llegar a su ecuador.

Judy Garland es una de esas estrellas archiconocidas por más de una generación, y atreverse a contar su historia es siempre un salto de fe a la par que un acto de valentía o locura transitoria, según como se mire.

Rupert Goold se lía la manta a la cabeza con esta producción e intenta revivir la historia, trágica y brutal, que fue la vida de Garland. Una vida de explotación y maltrato por parte de la industria cinematográfica y musical. Es una pena absoluta que solo le vislumbremos los colmillos al lobo.

El guion se centra en esos últimos conciertos que la artista dio en la ciudad de Londres allá por el año 1968, no mucho antes de quitarse la vida. Estos son los pasos que se recrean, alrededor de esas actuaciones, siendo la cinta invadida de cuando en cuando por escenas de su infancia, cuando se encontraba rodando Oz.

El guion nos intenta mostrar la presión, el acoso y el maltrato psicológico al que se ve expuesta, desde muy joven, pero solo nos deja entender que a Judy, la engancharon a barbitúricos y otras drogas varias, para mantenerla bajo el control más absoluto.

No sentimos en ningún momento la asfixia que debiera sentir la actriz, la profunda desesperación de saber que tu vida no te pertenece, de sentirte usada y menospreciada en todos los aspectos vitales. Su vida es una de esas vidas trágicas, que lucha y muestra la más absoluta resilencia, hasta cierto punto, porque en algún momento se sucumbe finalmente a la presión y los demonios internos.

El largometraje se hace lento en más de una ocasión, y brilla solo en muy pocos momentos, eso sí cuando está sobre el escenario, se te pasa todo. Pero hay otra infinidad de momentos que podrían haber dado un juego tremendo y no lo hacen. No es capaz de conmover, y su historia se merece al menos, lograr eso.

Eso sí, se presentan todas esas inseguridades que la acompañaron y no se pierde en ningún momento que fue toda una luchadora que solo quería poder vivir con sus hijos, pero no sabía como lograrlo fuera de lo que siempre le había dado de comer.

Por eso es de elogiar el papel que interpreta Renée Zellweger, porque sin ella, esta cinta no habría brillado ni la mitad. Habría pasado de hecho, por un biopic más de esos que quizá te quedas viendo un domingo porque no hay nada mejor.

Es impresionante la transformación de la actriz, la postura, la gesticulación, y sobre todo ese vozarrón, que te deja con la boca abierta en todo momento. No es de extrañar que se llevase de calle el Oscar, el Globo de Oro, el BAFTA y todo a lo que la nominaron.

El resto del reparto existe en el espacio tiempo y aporta, solo a veces, la ternura y emoción justas. Quizá un guion más atrevido nos hubiera dejado ver muchas más caras de este icono musical y cinematográfico, pero ‘Judy’ se regodea tanto en la misma idea y el mismo sitio que pierde la oportunidad de verdaderamente mostrar la tridimensionalidad y los demonios que vivieron con Garland toda su vida.

Si eres fan de la actriz ya sea, Garland o Zellweger, verdaderamente te gustará, de no ser así, probablemente tengas muchos más problemas digiriéndola.