‘IO’ (Jonathan Helpert, 2019)

Netflix tiene que hacérselo mirar. Y mira que adoro a la plataforma, pero tiene un problema con los largometrajes originales. Vale, están ‘El Rey proscrito’; ’22 de Julio’ y ‘Roma’, pero conociendo el alto nivel de calidad que puede alcanzar, resulta aun más extraño el hecho de que ‘IO’ termine llevando su sello. Pero, argumentemos este párrafo: En ‘IO’ nos presenta un futuro postapocalíptico en el que la necesidad de salir del planeta Tierra es latente; una necesidad llamada Éxodo que una joven pretende esquivar es pos de la búsqueda de poder llamar hogar de nuevo a su planeta natal, el único lugar que ha conocido. Sin embargo, todo da un giro cuando llega un nuevo acompañante que está buscando respuestas, y que propone su compañía en la nave hacia el nuevo mundo. El problema es que los mares y océanos son puro amoniaco; no queda un pájaro o un pez con vida; la atmósfera inferior es irrespirable…

Hasta aquí, una propuesta decente y, aunque conocida, bastante interesante como para prever una película con cierta acción y momentos de tensión. Pero claro, la corriente de minimalismo que envuelve a las producciones de ciencia ficción en los últimos tiempos está arrastrando a todas por el mismo sendero. Con solo dos personajes, un espacio cerrado (la mayor parte del tiempo) y muy pocas lineas de guion, pretendemos tener una película que nos ate al asiento y nos haga vibrar, y eso es un ejercicio muy difícil de llevar a cabo.

Con lo bien que se está aquí…

Pero en ‘IO’ no se consigue llevar ese despojo de lo sobrante y quedarse con lo mínimo a buen puerto. Lo que comienza con una premisa interesante acaba tornándose en una película soporífera en la que la conexión entre los protagonistas no termina de empapar de calidad la producción. Margaret Qualley (a quién veremos en ‘Once Upon a Time in Hollywood’ de Tarantino) crea un personaje complejo y con una complicada cantidad de pensamientos en su cerebro, mientras que Anthony Mackie, nuestro Halcón en la saga Vengadores, tiene un personaje lo suficientemente plano y aburrido como para no despertar un ápice de interés en el espectador. El error por tanto no se encuentra en la interpretación, si no más bien en la construcción de los personajes.

Pero claro, es un futuro postapocalíptico y queremos rellenar nuestra imaginación con imágenes que nos muestren el destrozado planeta que hemos dejado, el arduo camino de los supervivientes y la basta cantidad de terreno desolado que hay envolviéndolo todo. No aparece. La fotografía es sencilla, sin experimentos ni búsqueda de perfección.

Por lo que no podemos apoyarnos en el guion; no podemos buscar consuelo en las interpretaciones; la fotografía no muestra nada especial y no encontramos ningún punto de tensión lo suficientemente álgido como para mantenernos despiertos… pues ‘IO’ es lo que es (aparte de una luna de Jupiter). Una producción errada en su resultado final, que no muestra nada nuevo y que no rasca lo suficiente en ese mensaje ecologista que pretende lanzar.

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