‘Gigantes’. Devastación y tragedia

El viernes pasado se estrenó ‘Gigantes’, la mejor serie original de Movistar hasta la fecha, con permiso de ‘El día de mañana’. Enrique Urbizu (‘La caja 507’, ‘No habrá paz para los malvados’), que dirige la mayoría de episodios, con esta magnífica serie aúna buena parte de sus constantes cinematográficas, siempre pensando en la sacudida del espectador mediante tramas complejas con feroces arrebatos de violencia. Se nota el profundo conocimiento que tiene del lenguaje audiovisual, aquí expande su universo noir de una manera brillante y desenfrenada (escenas de acción bien rodadas, no llegando nunca a ser inverosímiles).

Está rodada en 2,35:1 (‘Fariña’ también tiene este formato anamórfico), que te permite ver al personaje fundido con el decorado y apreciar la escala de valores cromáticos, un universo hecho de imágenes y sonido. Algunos dramas de Shakespeare, el cine negro o el western están presentes, lo meritorio es que Urbizu utiliza estas referencias no para copiarlas y hacer un simple pastiche ineficaz, sino todo lo contrario, logra dibujar un universo propio que no deja de ser ficción, aunque se ambiente en un mundo real y actual. La irrealidad se construye en algunos casos con las frases lapidarias dichas de forma teatral por los hermanos Guerrero. Estas sentencias sirven para hiperbolizar ese tono realista y jugar de esta manera con la realidad y la ficción.

La serie narra la historia de la familia Guerrero, cuyo negocio de compraventa de muebles en el rastro de Madrid les sirve de tapadera para desarrollar sus actividades criminales, extendidas por Andalucía y por la alta sociedad europea. El patriarca de la familia (interpretado soberbiamente por José Coronado) es exigente, autoritario, un perfecto hijo de puta que ha educado a sus tres hijos bajo el paraguas de la violencia más descarnada, devastadora y trágica. La familia es lo primero (‘Todo lo que somos y todo lo que serás’), es la consigna principal de este individuo inmoral. Les ha inculcado que el límite no existe, hay que pisotearlo.

Los personajes, principalmente los tres hijos, aparte de estar bien escritos, sirven como alegorías o mitos. Son animales heridos, parecen héroes (o mejor dicho, antihéroes) de las tragedias griegas. De hecho, esta serie tiene mucho de esto, y también de algunos relatos bíblicos: la historia de David contra Goliat (el mismo título alude a esto, o al menos me lo parece), Caín y Abel, la manzana del pecado, sentencias tipo “ojo por ojo…”, los nombres de los personajes que reflejan su actitud (Abraham, Tomás, Daniel y Clemente). También hay símbolos por todas partes. Por ejemplo, en la casa puede observarse una figura de Saturno devorando a sus hijos, que apunta directamente al carácter del padre. Todo está repleto de obras de arte, y las referencias animales son muy importantes: caballos heridos, toros decapitados, linces, etc.

Los tres protagonistas son distintos entre sí: El mayor (Isak Férriz) ha seguido los pasos del padre, es un calco de él en algunos gestos, opiniones y posturas. Un hombre de barrio con repentinos accesos violentos. El segundo (Daniel Grao) es el inteligente, vestido con traje, quien maneja un gran capital a través de actividades ilegales. Es el que controla todo, el verdadero gigante, frente a los demás, hormigas insignificantes. Tiene una hija que quiere ser como él, motivo por el que más de una vez tiene discrepancias y fuertes discusiones con su madre.

El tercero y el más pequeño (Carlos Librado) es un bonachón, solo quiere una vida normal y desentenderse de todo lo que tenga que ver con su progenitor, al que odia sobremanera. Se siente víctima de un apellido, condenado a llevar sangre despreciable, quiere liberarse del veneno que supone ser un Guerrero.

Los personajes, ausentados de todo límite, están abocados a la destrucción, y son protagonistas de un relato descarnado, cruel, brutal, sin infantilismos ni ridiculeces. Con un ritmo vertiginoso, la serie nos ofrece una historia que habla de la condición de todo ser humano, manifestada a través de esta familia sangrienta. No cabe duda de que las excelentes series italianas ‘Roma criminal’ o ‘Gomorra’, con las que comparte paralelismos, han sido espejos en que reflejarse.

Al principio de ‘Gigantes’ apreciamos un mundo masculino que se tambalea. Estos personajes, aparte de representar sus respectivas historias, son herederos del patriarcado asqueroso, arcaico y rancio que ha habido, y desgraciadamente aún continúa, a lo largo de la historia. El mundo femenino lucha sin descanso para abrirse paso, y ocupar el lugar que merece, de hecho empieza a tomar el espacio. Todo apunta que en la segunda temporada, sus mujeres, fuertes y poderosas, serán de vital importancia, y se encargarán de poner orden y sensatez a la devastación, siempre originada por la soberbia de los estúpidos hombres.

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