‘El Funeral’ (Abel Ferrara, 1996)

Después de divagar durante horas sobre todo lo que se le puede ocurrir a dos personas que se han despachado más de un par de botellas de vino, la conversación que hace unas semanas tuve con un amigo derivó hacia lo fácil que es coger el disfraz de cultureta, posar con aires de artista multidisciplinar informado -especialmente cuando lo que está en juego es ligar- y utilizar al cine para montar ese teatrillo tan común entre la gente que se reconoce a sí misma como parte de una intelectualidad.  

Parecer un experto no es difícil. Siempre sirve mencionar a directores jóvenes cuyos trabajos cuenten con al menos una nominación a los Oscar, especialmente si se trata de uno de esos que han logrado el éxito comercial y el aplauso de los críticos. Frases como “me gusta la oscuridad que Christopher Nolan le dio a Batman” o “¿Viste Magnolia? Paul Thomas Anderson es un genio”, no dicen absolutamente nada sustancial pero dan la sensación de que se está escuchando una reflexión cargada de inteligencia. Lanzar un par de ideas acerca de Terrence Malick también funciona, especialmente si se finaliza diciendo “es el nuevo Kubrick”.

La mnemotecnia básica es imprescindible. Siempre se terminará hablando sobre la película clásica favorita de alguien; de alguna forma se llegará al tema de los géneros cinematográficos y, entonces, otra persona dirá “me gustan las películas de mafiosos”, momento en el que pasará lo de siempre: Coppola, Brando… El Padrino. No seré yo quien vaya a criticar negativamente a esta gran película, pero tampoco voy a negar que se ha transformado en un cliché útil, en una carta bajo la manga cuando se trata de buscar un cariño fácil para el ego. Sin embargo, en el transcurso de esas batallas de postureo nunca he escuchado a nadie mencionar algo sobre El Funeral (1996), de Abel Ferrara.

el funeral

Esta película es el retrato de las circunstancias que condicionan la vida de tres hermanos, herederos y en cierto sentido víctimas de una crianza ligada al crimen y a las tradiciones mafiosas. Comienza mostrándonos el cuerpo amortajado de Johnny Tempio (Vincent Gallo), el menor de ellos. Alguien lo ha asesinado y sus hermanos Ray (Christopher Walken) y Chez (Chris Penn) deciden cobrarse venganza. Piensan que el responsable es Gaspare Spoglia (Benicio del Toro), un gángster rival cuya suerte está echada. Pero en el desarrollo de la historia deberán enfrentar la oposición de sus respectivas esposas Jean (Anabella Sciorra) y Clara (Isabella Rossellini), hartas de la violencia que ha terminado por llevarse a un miembro de la familia.

A partir de ese punto, las decisiones que toman ambos hermanos los conducirán hacia un despeñadero emocional que tendrá graves consecuencias, pero también constituyen el espejo que permite al espectador entender qué es lo que se esconde detrás de una cultura que tiene a la venganza como uno de sus pilares. Desde esta perspectiva, El Funeral es una película muy distinta a El Padrino.

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Abel Ferrara despoja a sus personajes de ese aire de tragedia griega característico de la saga de Coppola, y nos los presenta en su dimensión más cruda: violentos, crueles, cínicos, libertinos, aunque también frágiles, dubitativos y emocionalmente dependientes. Son seres perdidos, condicionados, conscientes de que no hay redención para ellos.

Una acotación final: por su sobrecogedora interpretación, Chris Penn obtuvo el premio al Mejor Actor de Reparto en el Festival de Venecia de 1996.

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