Una historia con la suficiente potencia como para andar por sí sola, si a ello le sumamos el sello Bigelow, el espectador tiene la garantía de poder disfrutar de un notable trabajo cinematográfico. Pero en esta ocasión la merecida reputación ganada por títulos como ‘En tierra hostil’ o ‘Zero Dark Thirty’ supone una carga para la directora estadounidense. ‘Detroit’ abre el puño para pegar suavemente con la mano abierta, debería ser capaz de estremecernos el corazón pero la falta de nervio en la narrativa de Bigelow hace que el desgarrador dolor y la impotencia de lo visionado se queden en algo simplemente interesante.

‘Detroit’ es robusta, clara, concisa en sus ideas y muestra todo lo necesario para dejar patente que ocurrió durante los disturbios raciales de 1967, cumple en todos los aspectos, ofrece una buena fotografía, actuaciones solventes y un temple ya visto en los anteriores trabajos de su directora. ¿Qué le falta entonces? Sangre en las venas, ira, emoción, sentimiento, la película es capaz de focalizar todo mi interés en el metraje del primer al último minuto, pero no consigue transformar la indignación en impulso de justicia irrefrenable.

Poco se puede reprochar al trabajo de Bigelow, todo funciona, nada desmerece, pero la desbordante e inteligente potencia que le valió seis estatuillas por ‘The Hurt Locker’ parece que se ha ido diluyendo en cada nuevo trabajo, ‘Detroit’ te alcanza tan rápido como te deja ir, sales del cine comentándola y sin darte cuenta al rato ya estás hablando del tiempo que hará mañana.