Crítica de ‘La última apuesta’ (2015, Anna Boden, Ryan Fleck)

La última apuesta - MagaZinema

Título original: Mississippi Grind

Año: 2015 (Estados Unidos)

Duración: 108 min.

Director: Anna Boden, Ryan Fleck

Reparto: Ryan Reynolds, Ben Mendelsohn, Sienna Miller, Analeigh Tipton, Robin Weigert,Alfre Woodard, Stephanie Honoré, Jane McNeill, Indigo, Teri Wyble, Wes Lagarde,Vanessa Cloke, Hunter Burke, Christopher Heskey, Jason Davis

Guión: Anna Boden, Ryan Fleck

Fotografía: Andrij Parekh

Música: Scott Bomar

Género: Drama

Sinopsis: Narra la historia de dos jugadores itinerantes (Ryan Reynolds & Ben Mendelsohn) a la búsqueda de la partida de su vida en Nueva Orleans.

Crítica de ‘La última apuesta’

por Lourdes Lulú Lou

«Ruina emocional, para una caótica travesía»

Aún intento dilucidar ¡cuál es el papel, la incógnita motivación del segundo personaje!, pues claro queda el reflejo de su compañero, ese eterno perdedor que no sabe parar a tiempo y que vive permanentemente en la cuerda floja, asustado y gustoso de esa tensión y adrenalina, desesperación vigorizante que provoca apostarlo todo a una carta, y caer después de haber rozado la cima.
Su invitado de armas y juerga se presenta como esquivo jugador que gusta de jugar, sin más, dejando al margen la victoria, charlatán simpático que emula estar por encima de la apuesta y que disfruta con ser ese duende amuleto requerido que otorga la suerte.
Un carismático, genial y portentoso Ryan Reynolds da vida a esa interesante figura que sabe engañar como nadie, con sus gestos, para evitar las señales que le delaten y así leer, con cómoda ventaja, al resto de sus rivales; para la ocasión un amigo, tanto víctima como aliado, descompuesto desmadre andante interpretado por Ben Mendelsohn con el mismo ímpetu, don y sabiduría que su aliado de diversión y correrías descontroladas.
Pareja excelente que envuelve con carácter y atención ese ir a ninguna parte que se tuerce según rueda, para enderezarse y volver a la loca noria que tanto complace y desborda, ludópatas descritos con talento, intimidad y desgarro emocional por un guión que, si bien no pretende apostar nada, redacta con maestría a sus personas, a su inquieto estacionamiento, su destartalado avance y lúgubre resolución, que parecen no encontrar nunca meritorio asiento.
Una exquisita música, de aspiración magnética, envuelve ese fantástico tour por las calles que tienen el placer de estar implicadas en sus recorrido, ambiente urbano, puro y vibrante, para una apuesta segura que aparca las luces de neón, los trajes de gala y su esmoquin blanco por el indecoro, la vergüenza, la aniquilación y la esperanza de auxilio de quien volverá a estar derrotado, pues el tiempo corre y su mente le juega malas pasadas para elegir la hora de irse, “el machu picchu”, y no la siguiente tanda.
“Tengo un problema con el dinero”, y no puede parar de apostar, las señales hablan y dirigen, son la cruz consejera para dejarse llevar y perder el norte de una desaparecida lógica cuyo consejo no se desea, pues se ha reducido su voz a mínimos inaudibles.
Anna Boden y Ryan Fleck escriben y ruedan un relato peculiar y diferente sobre el mundo de los envites, el juego y sus inconfesables vicios, donde éste queda casi relegado como excusa ante el poder enigmático y sugestivo de los personajes creados; individuos de daño anímico y desorden físico que con insistencia se agreden para sentirse vivos ya que “algunos tipos nacen para perder”, y da igual a qué sea, tienta, se saborea, conoce y maneja con asustado entusiasmo, adquirido por costumbre reiterativa.
Espléndidos los actores, una delicia su aroma, sinceridad dialéctica que atrae e hipnotiza a esos oídos encantados con su sonido y con el ritmo emprendido; el argumento no te lleva por donde esperas, realiza paradas inconclusas de quien está perdido, hambriento y se coge a lo que sea; una pareja refrescante, inspirada y enérgica que, como el mejor y más bellos arco iris, saca lo mejor de si mismo tras la tormenta y los nubarrones, justo cuando todo va mal y sabes, intuyes que aún puede ir a mucho peor.
“Gracias por el paseo”, lleno de vaivenes, fraternidad, tropiezos y honesto intercambio de personalidades, posee trucos en la manga, no todo se sabe, parte desconcierta, el resto discurre como puede, caos eléctrico y subversivo de quien circula al máximo, seco por dentro, cogiéndose a un clavo ardiente para seguir entero; incertidumbre razonable de polemista dueto cuyo contencioso se resuelve con verdades, mentiras, deslealtad y franqueza mutua, batiburrillo de emociones y actos que no dejan de sonar hasta la salida de ese sol traicionero, que no oculta la afrenta y humillación de ser uno mismo.
La última apuesta cede su éxtasis y pasión a la curiosa querencia de sus hábiles jugadores y a sus deliciosas localizaciones.
“El viaje es el destino”, agudiza la vista y afina el oído.
  • 6/10
    Realización - 6/10
  • 7/10
    Fotografía - 7/10
  • 6.5/10
    Montaje y edición - 6.5/10
  • 7.5/10
    Música - 7.5/10
  • 6/10
    Guion - 6/10
  • 6.5/10
    Interpretaciones - 6.5/10
6.6/10

Resumen

Lo mejor: su banda sonora, su ambientación y ejecutores actores.
Lo peor: el propio relato del juego.

Tráiler de ‘La última apuesta

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