Crítica de ‘Tiempo de victoria: La dinastía de Los Lakers’ (2022), Magic McKay | HBO Max

La historia de cómo Los Angeles Lakers se convirtieron en el equipo de baloncesto profesional más exitoso de la década de 1980.

HBO Max se llevó a Adam McKay de Netflix tras la estupenda ‘No mires arriba’ (‘Don´t Look Up’, 2021) para incorporar su personalísima impronta a la gran apuesta primaveral de la plataforma, esta ‘Tiempo de victoria: la dinastía de Los Lakers’, 600 horas de genuino Showtime, un videoclip tan hiperbólico y amanerado como deslumbrante, a imagen y semejanza, vaya, del propio McKay, del paquidermo HBO y hasta de sus protagonistas, el visionario Jerry Buss y la leyenda Earvin Magic Johnson.

Durante su primera mitad la serie remite a una mezcla ultra vitaminada de ‘Mad Men’ (ídem, 2007-2015) y ‘Boogie Nights’ (ídem, 1997), inenarrable John C. Reilly incluido. Cabe reconocer a sus responsables el talento para mantener el interés de algo tan trillado. Ayuda, y no poco, la parafernalia visual de McKay, director del piloto y productor ejecutivo, pero cuyo sello, insisto, se hace sentir en cada plano. Así, abundan recursos marca de la casa tales que la rotura de la cuarta pared, dibujos animados, cambios de textura y unas rotulaciones a caballo entre la publicidad agresiva y un documental del Canal Historia.

Fotograma de 'Tiempo de victoria: La dinastía de Los Lakers'
Fotograma de ‘Tiempo de victoria: La dinastía de Los Lakers’

A partir del cuarto episodio se nos empieza a mostrar, por fin, un poco de baloncesto. La demora no resulta extraña, habida cuenta de que en las ficciones de su misma naturaleza no suele darse una correspondencia entre las prestaciones interpretativas y deportivas de su reparto, máxime cuando hablamos del que posiblemente sea el mejor equipo de la historia, y que me perdonen los fans de Michael Jordan. En cualquier caso, no desentonan demasiado; de hecho, algunos incluso han hecho sus pinitos en quintetos universitarios.

En un reparto donde figuran nombres del relumbrón de los del citado John C. Reilly, el resucitado Adrien Brody y la veterana Sally Field —también un Jason Segel que afirma encarnar a Paul Westhead, pero que, como acostumbra, no hace sino interpretarse a sí mismo; sin duda lo peor del elenco— destacan los noveles Quincy Isaiah y su afortunada imitación de la límpida sonrisa de Magic y la inesperada revelación de Solomon Hughes, profesor en Stanford de 2,10 m que no desmerece en absoluto los introspectivos 2,18 m del mítico Kareem Abdul-Jabbar.

Fotograma de ‘Tiempo de victoria: La dinastía de Los Lakers’

En conclusión, ‘Tiempo de victoria: La dinastía de Los Lakers’ constituye un brillante ejercicio de nostalgia, muy en la línea del gusto audiovisual de nuestros días; eso sí, salpimentado —y mucho— con las ocurrencias de un Adam McKay que, para bien o para mal, no deja indiferente a nadie. Ello permite dar otro aire, refrescándolo, a un revival apoltronado desde hace demasiados años —en rigor, todos— en un desalentador «sota, caballo y rey» de tienda de merchandising. Hay segunda temporada confirmada. Buenas noticias.

Tráiler de ‘Tiempo de victoria: La dinastía de Los Lakers’.

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3.7
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  • Fotografía
  • Montaje y edición
  • Música
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A destacar

El hiperbólico sello de Adam McKay, aire fresco para un revival al que, sin visos de pasar de moda, sí le conviene al menos incorporar alguna que otra novedad. La irrupción de dos noveles, Quincy Isaiah y Solomon Hughes, en un reparto plagado de estrellas.

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