Crítica de ‘Nuevo sabor a cereza’ (2021). Los ojos de Rosa | Netflix

Lisa Nova, una aspirante a directora de cine en el Los Ángeles de 1990, se embarca en un viaje de venganza sobrenatural que se le va de las manos.

El último sleeper veraniego de Netflix viene a demostrar que el espectador medio no es tan soberanamente imbécil como parece creer buena parte de las plataformas de contenidos. Porque sin constituir ninguna obra maestra, ni mucho menos estar llamada a revolucionar el subgénero, ‘Nuevo sabor a cereza’ es un producto muy satisfactorio que honra las (evidentísimas) fuentes de las que bebe a tragos generosos: David Lynch y David Cronenberg.

Respecto a las referencias en boca de todos, aunque la etiqueta Lynch viste mucho, ‘Nuevo sabor a cereza’ alcanza picos de una calidad indiscutible cuando abraza sin tapujos el horror corporal cronenbergiano. No es que el surrealismo de neón al estilo de ‘Mulholland Drive’ (ídem, 2001) carezca de atractivo —al contrario, Antosca y Zion ya habían demostrado un notable criterio estético en ‘Channel Zero’ (ídem, 2016-2018)—, sino que el tono de David Lynch resulta ciertamente difícil de reproducir sin caer en molestos manierismos —vamos a ver qué le ha hecho Denis Villeneuve al remake de ‘Dune’ (ídem, 1984).

Fotograma de 'Nuevo sabor a cereza'
Fotograma de ‘Nuevo sabor a cereza’

En efecto, es en sus tramos más bizarros y desenfadados donde los responsables de ‘Nuevo sabor a cereza’ se mueven como pez en el agua. Así, se nos obsequia con una nutrida galería de ocurrencias dignas de integrar por sí solas una reedición en clave millennial de ‘La parada de los monstruos’ (‘Freaks’, 1932). A bote pronto, y sin ánimo exhaustivo: gatitos regurgitados, priapismo anafiláctico, zombis oligofrénicos y una gloriosa vagina intercostal (!). Bien se ve que el humor negro se erige en un componente capital de la serie; de hecho, el transcurso de los episodios se acompaña de una relevancia cada vez mayor de éste, cosa de la que se beneficia sobremanera una historia que había arrancado un tanto insípida.

Una porción nada desdeñable del éxito de ‘Nuevo sabor a cereza’ radica en el protagonismo de Rosa Salazar. El ser humano tras ‘Alita: Ángel de combate’ (‘Alita, Battle Angel’, 2019) se revela como una intérprete de muchos quilates. Armada con unos ojos que son dos bombas nucleares, una mirada suya transmite más que todos los tics del Actors Studio juntos, y acredita una presencia escénica de un magnetismo que amenaza hasta los límites de la astrofísica. A su lado, Catherine Keener, estupenda actriz con una larga carrera a sus espaldas, palidece sin remisión. Definitivamente, ha nacido una estrella.

Tráiler de ‘Nuevo sabor a cereza’.

¿Nos encanta?
Overall
3.7
  • Originalidad
  • Fotografía
  • Montaje y edición
  • Música
  • Guion
  • Interpretaciones

A destacar

  • El bien entendido homenaje a dos referentes del subgénero como Lynch y Cronenberg. Los pasajes más corporalmente cronenbergianos y esa bizarrada antológica de la vagina intercostal.
  • Rosa Salazar y su mirada cósmica, un hallazgo sobrecogedor.

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