‘La familia Bélier’ (Éric Lartigau, 2014)

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Cuesta creerlo pero el equilibrio entre cine de autor y cine comercial aún existe. Prueba de ello es el conocido como cine feel-good, uno de los pocos bastiones que queda del conjunto entre ambas posturas, ahora que parece que ambos bandos parecen radicalizarse. Si hace unos años toda Europa se postró ante ‘Intocable’ y posteriormente llegaron otras producciones de éxito como ‘Samba’, ahora llega el nuevo éxito del cine francés: ‘La familia Bélier’, premio César a la Mejor Actriz Revelación y que ha conquistado el corazón de más de 7 millones de espectadores en su Francia natal.

Todos los miembros de la familia Bélier son sordos, excepto Paula, que tiene 16 años. Ella hace de intérprete para sus padres, especialmente en lo que respecta al funcionamiento de la granja de la familia. Un día, alentada por su profesor de música que ha descubierto su talento para el canto, decide prepararse para la audición del Coro de Radio France, pero se trata de una elección que la obligará a distanciarse de su familia.

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Pese a ser el quinto largometraje de Éric Lartigau, es el primero (en solitario) en llegar a España desde ‘¿Pero quién mató a Pamela Rose?’ ahora ya hace 12 años. Lartigau tenía unos ingredientes difíciles de conjugar si se quiere hacer una producción de calidad y no caer en chistes fáciles y zafios o en sensiblería barata para sobremesa. Pero con esta particular familia se evita todo lo nombrado antes. Se consigue tener una historia entrañable, real, empática, con alma y más que solvente. Y el corazón del filme, aquello donde radica su fuerza y calidad, reside en sus personajes. Unos miembros de una peculiar familia pero saben conectar respetuosamente con el cariño del público, de forma natural y espontánea.

Los actores están estupendos, en su salsa. Primero agradecer ese notable esfuerzo de François Damiens y Karin Viard, dos pesos fuertes del cine francófono. Damiens mantiene la frescura de la comedia con su mirada cándida pero feroz, aquella que también le ha servido en obras como ‘Tango libre’, ‘Tip Top’ o ‘Suzanne’. El belga sabe ejercer de padre granjero, de fuerte carácter y que considera que el ser sordo no es ningún impedimento para, por ejemplo, presentar a la alcaldía; todo un afán de superación admirable. Viard ejerce de contraparte estupenda, de igual temperamento que su marido, ella representa lo que toda la familia teme: El miedo a las fases de la vida, la incertidumbre de qué pasará con su hija. La actriz vuelve a derrochar versatilidad en comedia y drama ya que es la que combina mejor ambas fases en esta película.

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Pero la guinda, la sorpresa es ese Premio César a Mejor Actriz Revelación: Louane Emera. Salida de ‘La Voz Francia’, era arriesgado apostar por una debutante que realmente desea ser más cantante que actriz. Pero, ¿quién dice que ambas cosas no pueden combinarse? Un papel que no sólo parece hecho para la joven sino que le da naturalidad y espontaneidad. La cámara ha sido más que benevolente con la debutante. Sabe llevar el peso de ser casi la cabeza de la familia, el deseo de caminar por el sendero de la vida, de crecer, de las dudas de la adolescencia. Una apuesta arriesga de Lartigau, pero que, una vez más gana.

Otra valoración que hace que ‘La familia Bélier’ sea una estupenda cinta feel-good es el elegir a personajes sordos para realizar una película centrada en los diálogos. Lartigau pretende desmontar prejuicios y mostrar otras realidades de forma sutil. Lo que se demuestra es que una persona sorda tiene sólo otro lenguaje pero, restando esto, tiene las mismas virtudes y los mismos problemas que otro tipo de persona: sea sorda o no. Cierto es que no tiene la fuerza que tiene, por ejemplo, su coetánea (y compatriota) ‘La historia de Marie Heurtin’; pero ‘La familia Bélier’ no es cine de autor puro como la producción de Jean-Pierre Améris sino una valiente producción comercial a cuesta con el alma de autor.

‘La familia Bélier’ es un canto a vivir, a crecer, a perder los miedos, a valores familiares positivos que ayudan a volar. Un aire fresco que vale la pena visitar. Ya que salir con una sonrisa y con buenas vibraciones, bien merece una visita.

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