‘La calumnia’ (William Wyler, 1961)

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La carrera cinematográfica de Audrey Hepburn ha sido bastante amplia pero su legado muchas veces parece limitarse a títulos como ‘Desayuno con diamantes o ‘My Fair Lady‘, sus interpretaciones van mucho más allá y ‘La calumnia’ sin duda es uno de los títulos más importantes a nivel interpretativo de la artista, aunque como se ha mencionado antes, no muy destacado por la sociedad.

‘La calumnia’ está basado en la obra de teatro ‘The Children’s Hour’ escrita por Lillian Hellman y estrenada en 1934. Llevada a la pantalla por el mismo director, William Wyler, en 1936 bajo el título ‘Esos tres’ pero de una manera más comedida y sin ninguna referencia lésbica, dada la censura del momento.

El punto fuerte de este largometraje son las grandes interpretaciones de las dos protagonistas: Audrey Hepburn en el papel de Karen y Shirley MacLaine en el papel de Martha. La trama gira en torno a dos profesoras que son calumniadas por una alumna con la intención de huir del colegio, mencionando que las dos profesoras mantienen una relación amorosa entre ellas, el problema surge cuando las mentiras vertidas por la niña son creídas por la sociedad y las profesoras se convierten en parias del pueblo, perdiendo a todos sus alumnos y viéndose encerradas no únicamente en su propia casa sino de la propia realidad que están viviendo.

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Hepburn ofrece una de sus interpretaciones más intensas, no únicamente por el realismo que transmite a la hora de interpretar y decir sus frases sino también por el lenguaje no verbal, cada gesto, movimiento, lo produce de forma totalmente natural pero que acaba hipnotizando al espectador, se come la pantalla totalmente. El dramatismo que aporta en las diferentes escenas lo hace de forma comedida pero suficiente para llevarse la escena de calle.

Su compañera de reparto, Shirley MacLaine, no se queda atrás, una difícil interpretación para esos tiempos que ha sabido realizar de forma totalmente satisfactoria. Es capaz de transmitir el mensaje únicamente con insinuaciones, sin dar todo masticado al espectador, es una actuación bastante sobrecogedora, y con mucha tensión, incluso se puede sentir su propio agobio, por lo que MacLaine da una interpretación que es capaz de dejar sin palabras en algunas de las secuencias del film. Una actuación realmente compleja que MacLaine sabe resolver a la perfección.

La interpretación de la alumna, realizada por Karen Balkin, pese a la corta edad con la que contaba en 1961, ofreció una gran interpretación. Es capaz de transmitir la sensación de ofuscación y de desesperación hacia la niña que es necesaria para ser el detonante del film. Podría decirse que es uno de los antagonistas infantiles con más malicia y personalidad del tiempo. Sin duda, a la mayoría de los espectadores les entrará ganas de acabar con la ‘dulce’ niña.

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Con respecto a la parte más técnica, los planos se apoyan sobre todo en un juego de miradas que provocan que el espectador esté pendiente en todo momento de lo que pueda ocurrir, que incluso jueguen con la mente de la audiencia haciéndoles creer una cosa que luego puede ser totalmente lo contrario. Los espacios utilizados son bastantes básicos y fijos pero aun así, gracias a la puesta en escena y la decoración, además del montaje, se consigue dar un dinamismo que no provoca aburrimiento en el espectador. La intensidad con la que se abordan las diferentes situaciones mantienen en una tensión constante al público, lo que consigue otorgar al film de un ritmo rápido, dinámico y entretenido.

Lo más llamativo del film son los temas que abordan, que incluso hoy en día siguen siendo una preocupación para la sociedad como son: la capacidad de destrucción de una información falsa y no válida y la repercusión que tiene en la vida de las personas involucradas, la homosexualidad como tabú en algunos sectores de la sociedad más conservadora e inclusive, la importancia de la confianza en las parejas personales y como un rumor puede acabar con la relación en su totalidad. Son temas que en la época eran arriesgados de tratar pero William Wyler ha demostrado que no hace falta ser explícito para mandar un mensaje a la sociedad o transmitir una enseñanza sino que también las metáforas, los silencios, los fuera de plano y la visualidad es a veces más importante que lo que se dice, por lo que es un ejemplo de como hacer cine sin tener que apoyarse en su totalidad en los diálogos.

En conclusión, una película valiente y adelantada a su tiempo con unas interpretaciones que definen lo que es el cine, con unas muy destacadas Audrey Hepburn y Shirley MacLaine. Este film demuestra la importancia de largometrajes que no son tan famosos en la farándula pero que sí tienen gran calidad audiovisual. Una película bajo la batuta de un gran director como lo es William Wyler, con una gran carrera cinematográfica, que merece la pena ser vista.

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