Crítica de ‘Just Before I Go’ (2014, Courteney Cox)

Cartel de Just Before I Go

Título original: Just Before I Go

Año: 2014 (Estados Unidos)

Duración: 95 min.

Director: Courteney Cox

Reparto: Seann William Scott, Missi Pyle, Kate Walsh, Olivia Thirlby, Garret Dillahunt, Kyle Gallner, Rob Riggle, Cleo King, Evan Ross, Connie Stevens, Diane Ladd, Michaela Watkins, Noah Munck, Griffin Gluck, Mackenzie Marsh

Guion: David Flebotte

Fotografía: Mark Schwartzbard

Música: Erran Baron Cohen

Género: Comedia dramática

Sinopsis: Ted Morgan es un hombre deprimido que regresa a su ciudad natal para corregir ciertos errores del pasado antes de suicidarse.

Crítica de ‘Just Before I Go

por Lourdes Lulu Lou

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«Tragicomedia que no da para reír ni para llorar, únicamente para lamento»

Primer trabajo de Courteney Cox como directora, y según sus propias palabras “se trata de un guión que me emocionó e hizo reír muchísimo; me encantan las historias humanas y reales que hablan de cosas que tenemos que afrontar en la vida”, y una se queda pensando si no habrá confundido su trabajo con un episodio de su mítica y genial “Friends” porque, dicha serie si que hacia llorar de alegría y sonreír sin parar, a la par de contar con un guión de calidad que cuidaba cada sentencia y escena, más unos personajes que, cualquiera que la recuerde sabrá los momentazos tan desternillantes, fantásticos y divertidos que tuvieron el placer de ofrecer, para disfrute de su enamorada audiencia.
Porque aquí lo presente es bufonada sin gancho ni estilo ni agudeza, supuesto dramón patético que no hay por dónde cogerlo, porque tenemos a Seann William Scott que, por una vez, no hace de idiota gasta bromas, el gracioso del grupo que resulta insoportable, pero a cambio de su serena pose, de hombre vacío y desganado que desea poner fin a su existencia -acompañada de una interpretación, tan apática e inexpresiva, que cabe preguntarse si este actor sabe ejercer su profesión, más allá de las típicas payasadas de grupo de colegas de fiesta-, éste se encuentra rodeado de familia de chiste con serios problemas de comunicación, no sólo entre ellos, sino hacia un espectador que no encuentra el humor y la fanfarria en ninguna de sus frases o tonterías escénicas, más colegas del colegio que siguen con la misma pauta de expresión garrula y la necesaria chica que salve a este necesitado Romeo al descubrir a su perfecta Julieta…, no perdón, ese sonoro nombre es para el amigo negro gay que simboliza lo único cabal y digno de ser visto y oído; la parejita en cuestión tendrá que ser nominada como príncipe desencantado y lelo, pues no pilla una ni sabe replicar con solidez, empeño o ese mínimo de alguien que escucha y piensa, a quien Blancanieves rescata y salva de su catatónico andar y hueco razonar, para conformar ese bonito cuadro de final feliz donde, cambian las perdices por el chile y las palomitas de la feria del pueblo.
Ya no es únicamente la simpleza e ingenuidad de una dirección que puede llevar a cabo cualquier novato de primero de la profesión, o ni siquiera tanto, cualquier actriz aburrida de estar delante de la cámara -sin ironía-, es un argumento que vende la tragedia del suicidio de un hombre que sufre, para adornarlo con fanfarronas situaciones de supuesta comicidad y donaire y acabar sin reír ni llorar, pues ni siquiera la socorrida carcajada que alivie tan mal gusto y pésima tragedia montada surgirá, por mucho que su presencia sea necesaria para tanta desfachatez sin tino ni acierto.
Estoy segura de que tiene su público, que hay quien encontrará una cinta entretenida con toques ocurrentes y salados, chistosas situaciones de leve consumo para relajar la velada y pasar un buen rato, que si estás con el ánimo tonto adecuado puedes hallar esa relajación absurda y distendida; y yo lo pretendía, era mi intención, pero mi continua impresión ha sido esa incesante interrogación que preguntaba en todo momento dónde estaba la fiesta, el humor, la chispa, la diversión, el cachondeo o lo que se supone debía hacerme sonreír, y ya no te digo si hablamos del pretendido drama, que tiene mucho de ficticio teatro sin veracidad alguna, y poco o nada de suceso conflictivo de quien está a punto de decantarse por la muerte.
Mofas sobre peso, gays, vergas, adúlteras, referencias sexuales por doquier, sensibilidad de abrir tu corazón arrasado por la burrada oral dicha a continuación, fotogramas llenos de vulgaridad que oscurecen lo poco digno y válido que se encuentra en el fondo de tanta pantomima, y un supuesto dolor de carencia afectiva de cada uno de ellos que se decora y remata con gansada sin lucimiento, excepto para quien guste de tanto pitorreo.
‘Just before I go’, antes de partir, que como todo meritorio viaje debería haber hecho repaso de todos sus elementos y mejores combinaciones para comprobar si éste valía la pena, contaba con lo esperado y era lo buscado; si es así, ex Mónica Geller, enhorabuena, has realizado un trabajo a la altura de lo que eres capaz de dar aunque, prefiero pensar que dichas positivas manifestaciones, nombradas al inicio, son parte del circo hollywoodiense, de la prensa y de venderse como sea.
Lo malo no ha sido aburrirse, es estar viéndola y que me invada la perpetua y martirizante cuestión ¿cómo has ido a escoger esto?
Sin gracia por ninguna parte.

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  • 3/10
    Realización - 3/10
  • 3.5/10
    Fotografía - 3.5/10
  • 3/10
    Montaje y Edición - 3/10
  • 3.5/10
    Música - 3.5/10
  • 3.5/10
    Guión - 3.5/10
  • 3.5/10
    Interpretaciones - 3.5/10
3.3/10

Resumen

Lo mejor: ¿Su corta duración?, por decir algo.
Lo peor: La pérdida de hora y media en su visión.

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Tráiler de ‘Just Before I Go

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