Crítica de ‘Funny games’ (Michael Haneke, 1997)

Si se nos planteara la posibilidad de contemplar violencia gratuita en una pantalla, no dudaríamos un segundo en decir “NO”. No queremos verlo, no disfrutamos con el maltrato físico ni con la violencia psicológica. Todos estamos de acuerdo, ¿no? O al menos, casi todos. Entonces llega Michael Haneke, nos presenta una película llamada ‘Funny games’ (1997), y nos dice:

“Es un poco sarcástico, pero quiero denunciar que todos somos cómplices si vemos películas de este tipo”.

Para averiguar a qué se refiere, decidimos dedicar 108 minutos de nuestro tiempo a un thriller psicológico que nos cuenta la historia de Anna (Susanne Lothar), Georg (Ulrich Mühe) y su hijo Georgie (Stefan Clapczynsky), una familia feliz y acomodada que decide pasar sus vacaciones en una casa que tienen junto a un lago. Mientras Ann prepara la cena, Peter (Frank Giering), un joven de buen aspecto que se aloja en la casa de al lado, se presenta para pedir algunos huevos, ya que a la vecina no le queda ninguno. Más tarde, Paul (Arno Frisch) llega a la casa en busca de su amigo. A partir de ahí, los jóvenes le dicen a la familia que todo se trata de un simple juego y apuestan a que al día siguiente, a las 9 de la mañana, Anna, Georg y Georgie estarán muertos.

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Este es el comienzo de la cinta que colocó a Michael Haneke en el mapa. Una provocadora película que pertenece al subgénero “Home invasion”, en el que se agrupan films con un argumento similar: un hogar es asaltado por varios individuos con violentas intenciones, lo que cambiará para siempre la vida de los protagonistas. La película más controvertida de Stanley Kubrick, ‘La naranja mecánica’ (1971), es sin duda su máxima representación, y le siguen títulos tales como ‘Perros de paja’ (1971) y ‘La habitación del pánico’ (2002).

La película tiene numerosos puntos a destacar. En primer lugar, es evidente que Michael Haneke ha jugado con el espectador –y esto no es nada nuevo- a la hora de seleccionar a los actores para protagonizar el film. En ‘El vídeo de Benny’ (1992), segunda parte de su ‘Trilogía de la glaciación emocional’, un jovencísimo Arno Frisch de solo 16 años de edad da vida a un adolescente que comete una atrocidad y la graba con su cámara de vídeo. En esta película, Ulrich Mühe interpreta al padre de Benny. En ‘Funny games’ (1997), Arno Frisch es Paul, uno de los dos psicópatas, y en este caso el personaje de Ulrich Mühe será una de las víctimas. ¿Benny se ha hecho mayor? No se trata de una coincidencia, sino que forma parte del universo de singularidades que caracterizan a este gran director.

Algo que sin duda suscita un enorme interés por parte del público y de la crítica es el remake que lleva por título ‘Funny Games U.S’ (2007), protagonizado por Naomi Watts y Tim Roth. Del mismo director, esta versión americana ha recibido todo tipo de críticas. ¿Era realmente necesaria? ¿Qué pretendía Michael Haneke rodando una cinta que es idéntica plano a plano a la versión austríaca?

‘Lo que importa es que si hago esta película en inglés llega al resto del mundo. Llega a la gente en Asia y África, o donde sea, no sólo en Estados Unidos, y eso no es posible con una película rodada en alemán’.

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La valoración global del film americano está por debajo de la original, pero no está de más hacer una comparación de ambas películas tras su visionado. En MagaZinema hemos visto las dos, así que os dejamos también la crítica de ‘Funny Games U.S.‘ (2007) y un vídeo que confirma la gran similitud que existe entre ellas. Juzgad vosotros mismos.

Comparación entre ‘Funny games’ (1997) y ‘Funny games U.S’ (2007)

Técnicamente, la cinta lleva el sello Haneke de principio a fin. Ya desde el primer momento, cuando la familia juega a adivinar canciones de música clásica, el director interrumpe la melodía con  «Bonehead & Hellraiser», de Naked city, a modo de secuencia premonitoria. Sin necesidad de palabras, Haneke juega con la música para sobrecoger al público e incomodarle. Desde ese momento, el espectador está intranquilo y “no se fía de la película”.

Al retratar a un personaje que está mental o físicamente inestable, el uso del primer plano es fundamental para que el público pueda apreciar con exactitud el estado en el que éste se encuentra. Haneke lo utiliza con maestría, y gracias a ello podemos empatizar con los protagonistas que están siendo torturados, sentimos su sufrimiento y su impotencia.

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Pero este no es el único recurso que el director utiliza para hacer al espectador partícipe de la película. Son numerosos los guiños que Paul hace al público mirando a la cámara. Busca nuestro consentimiento antes de cometer las fechorías, sabe que queremos ver violencia, y nos hace cómplices de ella. Michael Haneke recuerda al espectador que tanto él como los protagonistas están a merced de los dos psicópatas. Tanto es así que permite a Paul «rebobinar» una de las secuencias para cambiar los acontecimientos que han tenido lugar en ella.

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Una vez más estamos ante una película cargada de planos fijos, que tanto gustan a Haneke. Dos de ellos, de una duración aproximada de dos minutos, confieren al film una lentitud necesaria en un momento clave del desarrollo de la trama. En relación a esto, cabe destacar la notable interpretación de Susanne Lothar, protagonista de ‘La cinta blanca’ (2009) que analizaremos próximamente, y de Ulrich Mühe, al que ya conocemos por su inolvidable interpretación en ‘La vida de los otros’ (2006).  Arno Frisch y Frank Giering son idóneos para sus respectivos papeles, y componen uno de los puntos más conflitivos en la comparación entre la película austríaca y su versión americana.

‘Funny games’ gusta. Y gusta mucho. Todo el que la ha visto la recomienda. Está en la lista de las 1001 películas que hay que ver antes de morir y tiene unas interpretaciones sobresalientes. Además, está dirigida por Michael Haneke, uno de los directores más reconocidos de nuestro tiempo. Vais a ver violencia física y psicológica, sí. Y os va a encantar.

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