De la mano de James Bobin, de nuevo vuelven los irreverentes teleñecos, los Muppets. El año 2011 fue el momento del resurgimiento de una saga que permanecía dormida. La compañía Disney, especialmente por la insistencia de Jason Segel, decidió relanzar la imagen de los Muppets. Y el relanzamiento tuvo un gran efecto, se convirtió en la película que mejor recaudación de taquilla ha tenido de la saga y también la que más reconocimiento obtuvo (con un Oscar a Mejor Canción inclusive).
Si la primera película era una mezcla de nostalgia, breve resumen para iniciados y un canto al arte, la solidaridad colectiva y la defensa de espacios públicos; la secuela rompe con el esquema anterior pero mantiene su mirada ácida, sublime e irónica acerca de la sociedad estadounidense.
Una vez acabado el anterior, el gran come-back, ahora viene mantenerse en el candelero. La secuela inicia inmediatamente después de la anterior, de modo metafórico demuestra que una vez recuperada la fama, hay que mantenerla. Guiados por su nuevo productor, Dominic Badguy (interpretado por un genial Ricky Gervais), deciden hacer un tour por toda Europa, un continente donde la grupa de teleñecos no tiene tanta repercusión. A la par, Constantine, el delincuente más peligroso del mundo, que guarda un increíble parecido con la rana Gustavo, se ha escapado y se están produciendo robos en los lugares donde los Muppets están de gira.
Con más dosis de humor ácido, ‘El tour de los Muppets’ hace un tipo de autocrítica propia. Una gira mundial para demostrar que la fama y el reconocimiento pueden ser efímeros y falsos. La relación entre los robos y la gira mundial tiene un toque de humor negro estupendo, conectar un tour con el robo del arte es una crítica feroz hacia las giras mundiales de estrellas, que en varios casos pueden ser auténticos robos en la relación calidad-precio.
La autocrítica hacia cómo ven los ciudadanos estadounidenses a los países europeos es uno de sus mejores puntos. Las ciudades de Berlín, Madrid, Dublín y Londres están llenas de estereotipos, errores geográficos puestos a posta y tópicos culturales (ver vestido a Gonzo de torero o a Peggy de flamenca cantando la macarena harán sacar una sonrisa canalla a los espectadores).
Las actuaciones se centran en tres figuras reconocidas de la comedia. Ricky Gervais está estupendo, el británico vuelve a la carga en esta secuela; Ty Burrell, actor conocido por la sit-com ‘Modern Family’, interpreta con cierto desatino a un inspector francés de la Interpol; Tina Fey, una de las caras más reconocidas de Saturday Night Live, es Nadya, una guardia de prisión de un gulag (¡un gulag!) en plena Siberia donde Gustavo acaba preso al ser confundido con Constantine.
Los cameos de estrellas famosas vuelven a ser un reclamo, Tony Bennett, Lady Gaga, Salma Hayek, Christoph Waltz, Stanley Tucci, Saoirse Ronan, Danny Trejo o Tom Hiddleston. Destaca por encima la canción interpretada por Miss Peggy y su “hada madrina” Céline Dion.
Los gags también vuelven a ser unas de las cosas más destacables de la película, con referencias culturales tanto de la propia “casa Muppet” como de grandes clásicos del cine. Si bien, no es tan completa como su predecesora, ‘El tour de los Muppets’ no defrauda con sus chistes que hacen que la grupa vuelve aun más loca y gamberra que en sus anteriores películas.
