‘Blue Ruin’ (Jeremy Saulnier, 2013)

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El poeta italiano, Pietro Metastasio, dijo: “Vengarse del más fuerte es locura, del igual es peligroso y del inferior es una vileza”. Una frase como esta puede describir una trama como la de ‘Blue Ruin’, un proyecto liderado por Jeremy Saulnier; que inició su andadura gracias a financiación mediante micromecenazgo, gracias a una campaña en la plataforma Kickstater. Estos nuevos modelos de coste no son nuevos, ‘Veronica Mars: La película’ se pudo hacer gracias a la contribución de sus seguidores.

Galardonada con el premio FIPRESCI en la sección de la Quincena de Realizadores en Cannes y el premio al Mejor Director en el Festival de Gijón. Esta propuesta presenta a Dwight, un vagabundo sin rumbo, un joven que sobrevive durmiendo en su coche, un Pontiac de color azul, que deambula por las calles, se cuela en casas ajenas para bañarse y comer algo y que recoge botellas en la playa. Un día, una agente de policía le informa de una horrible noticia relacionada con su pasado. Esto le llevará a tomar una decisión irracional: Volver a su lugar de origen para vengarse.

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Saulnier no es un creador que ambiciona mostrar un antihéroe que, de la noche a la mañana, se convierte en un experto de las artes marciales, del tiro y que es capaz de curarse así mismo a las heridas. No, no se trata de una película de Gerard Butler. Aquí se presenta a un joven que desea vengarse del asesino de sus padres, pero es inexperto, no sabe nada de armas. Su actitud es la de cualquier hombre que, debido a una elección en caliente, improvisa en su venganza, comete errores (algunos garrafales), deja rastro. Porque detrás de esta ruina azul se esconde una dura crítica al fácil acceso a las armas que se tiene en Estados Unidos, de la forma más extravagante de su uso, una mirada mordaz que desprende un aroma a comedia negra teñida de azufre.

Macon Blair es un descubrimiento como Dwight. Ya se percibe su fragilidad cuando vive como un vagabundo pero es cuando se desprende de la barba y el pelo largo cuando se ve a ese joven de 30 años que siente miedo pero que desea vengarse. El público no conecta con su personaje porque el director no lo desea, lo que él quiere es que ese espectador sea testigo. Apenas se dan datos a los sucesos ocurridos antes de la película, se van desgranando conforme va pasando la trama, los diálogos son escasos y la ansiedad se transpira, se siente, en cada silencio, en cada mirada del protagonista.

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Hay que agradecer que se haya rodado con el estilo independiente de producciones como ‘Martha Marcy May Marlene’, porque trasmite esa sensación de angustia constante, de incertidumbre. El villano del filme, ese del que protagonista desea consumar una vendetta, está ausente, es casi un MacGuffin, una mera excusa. Pese a ser cine independiente no se queda margen de lo sanguinario, de lo explícito, pero es dado en pequeñas dosis, de forma que sobresalte más al público.

Quizás el mayor problema de ‘Blue Ruin’ es que se trata de una propuesta excesivamente indie, y no es dicho de forma peyorativa, sino que sus creadores apenas han podido promocionarla más allá de festivales e Internet, sus datos de taquilla en España avalan esta teoría. ‘Blue Ruin’ entra con mayor rapidez en las arterias de lo que podrían entrar grandes y magistrales producciones como ‘Una historia de violencia’ o ‘Kill Bill’, porque se adentra en otros lares, no se recrea y se muestra crítica con lo que muestra. Una producción semejante, salvando las distancias, es la argentina ‘Relatos salvajes’. ‘Blue Ruin’ ofrece una nueva mirada a la revancha cinematográfica, una estupenda obra lírica, angustiosa y sórdida, todo en un mismo argumento.

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