Creed ha regresado mucho más maduro que en ‘Creed. La leyenda de Rocky’. En esta ocasión nos encontramos con un boxeador mucho más hecho y convertido en todo un campeón mundial. Mucho más disciplinado, con más confianza y con un talento para el boxeo impresionante, como ya demostró en la precuela, pero llevado al nivel al que Rocky Balboa te puede llevar.

Quizás este sea uno de los principales puntos de la película, la muestra de una estricta base de entrenamientos y la complicada vida de un boxeador de élite: entrenar, comer, recibir paliza, intentar dar paliza, recibir golpes, entrenar… un sin fin de repeticiones en torno a potenciar tu cuerpo y aptitudes. Ahí radica uno de los aspectos fuertes de la cinta de Steven Caple Jr. Pero amigos, esto es Rocky, y como toda la saga ha ido demostrando a su paso, la melancolía, los momentos sentimentales y los aspectos sencillos de la vida que trasmite el señor Balboa son los principales artífices de que la saga es como es y de que se le adore como tal.

En la primera esquina

Ya con la primera entrega muchos nos sentimos aliviados al ver que se respetaba en cierta medida la esencia de una franquicia cinematográfica que nació allá por 1976. El respeto a la original y a sus pequeños detalles hicieron de ‘Creed. La leyenda de Rocky’ una cinta que acaparó buenas críticas por donde iba, y con su predecesora ocurre lo mismo. La película narra la llegada de un boxeador ruso enorme con unas condiciones y aptitudes pocas veces vistas, y cómo desafía a Adonis en busca de un espectáculo de magnitudes enormes.

«No importa lo fuerte que golpeas, sino lo fuerte que eres cuando te golpean.»

Rocky

La añoranza y las «venganzas» se dan cita por tanto en la película, en la cual los sentimientos más rudos los demuestran ambos entrenadores: Sylvester Stallone y Dolph Lundgren. Su combate del pasado y la muerte de un gran amigo están de por medio, en lo que parece transmitirse en una venganza enfocada en sus pupilos. ¿A qué lleva esto? A un ritmo incesante para contar cosas que muchas veces se ve atropellado con la necesidad de continuar del metraje. La película sin embargo, encuentra los momentos idóneos para mostrar sentimientos, sobre todo derivados de la figura de un Rocky Balboa con más edad, pero con el mismo sentido de la humildad, el respeto y el amor hacia los demás.

Más, más, más

Es más impactante que la anterior en cuanto a las opciones que toma de mostrar lo que cuenta. Es decir, el guion resulta más flojo que en la primera entrega de Creed y la mano en el mismo de Stallone se ve en ciertos instantes; al igual que un montaje que a veces baila más de lo debido, pero ‘Creed II: La leyenda de Rocky’ a aumentado el nivel e impacto visual mirando a cumbres más altas.

Los combates son impresionantes, y los pequeños momentos de cámara lenta-puñetazo una delicia que te hará apretar a ti los dientes intentando soportar el puñetazo. Esa fotografía unida a las interpretaciones de los dos veteranos del elenco, de una genial Tessa Thompson cuyo papel se queda en muy poco para todo lo que podía entregar, de Florian Munteanu tan frío como grande y de Michael B. Jordan siendo una montaña rusa de sentimientos hacen de ‘Creed II: La leyenda de Rocky’ una película notable, con mucho que enseñar y con una puerta abierta a hacer tantas entregas como se quieran hacer.