Cual trilero de feria David Lowery enseña en su presentación lo justo y necesario para hacerte creer, depositas la fe en un seductor tráiler, en la promesa de interpretaciones de altura, en una conmovedora y mágica historia tan original como delicada, en una apuesta con aires de transcendental diferenciación al estándar habitual del cine. Pero no es oro todo lo que reluce, ‘A Ghost Story’ es un pesado camino a ningún lugar, al más absoluto vacío, al soliloquio de lo insustancial.

Una sábana con agujeros es todo lo que encontrarás, nada ocurre, nada palpita, todo es desesperanza por no ver, por no sentir, por bostezar. ¿Has depositado tus ilusiones en Casey Affleck y Rooney Mara? Se les espera pero apenas se les ve, un engaño comercial para obligar a los hombres y mujeres de buena fe a pasar por taquilla, lo de Affleck no llega a cameo y Mara no ofrece mucho más.

Presentada a concurso en la sección oficial del Festival de Cine de Sitges ‘A Ghost Story’ golpea bajo y ni siquiera llega a dar. Cuando 87 minutos se te hacen demasiado largos quiere decir que algo falla, un agotador ejercicio con pretensiones de originalidad, pesado, lento, triste y sin duda aburrido. Se agradece el ejercicio por huir de lo típico y tópico, por intentar esbozar una propuesta con ganas de no dejar indiferente, pero el riesgo asumido te lleva a la grandeza de la victoria o al destierro del más absoluto olvido, y sin duda éste último es el destino de ‘A Ghost Story’.