Quentin Tarantino (XI) : ‘Death Proof’

Death Proof se encuentra dentro de Grindhouse, una película de terror dividida en dos partes, esta y Planet Terror, dirigida por Robert Rodriguez –del cual algún día tendremos que preparar algo.-

La parte de Tarantino, Death Proof, trata sobre un psicópata asesino que termina con sus víctimas, mujeres jóvenes, con la ayuda de su coche, preparado especialmente para tal fin.

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La trama de la película no es una de las historias más concienzudamente preparadas de la historia del cine, y el argumento no tiene unos recursos históricos ni repercusión más allá del disfrute por la acción y la sangre; pero Death Proof es una salvajada en cuanto a estilo y diferenciación.

Es divertida y sangrienta, abotargada de acción y chicas jóvenes. Un verdadero plano de diversión continuo embriagado por el estilo que hizo a Tarantino ser Tarantino. No existe un guion maravilloso; no es Pulp Fiction, ni mantiene un ritmo vibrante y sin freno exceptuando pequeños momentos de la película, pero Death Proof posee el equilibrio de su fuerza en la dualidad de una imagen que recuerda a los comics o a antiguas películas, y en una fiesta continua plagada de recursos y estilos grotescos y de mal habla. Un lujo para la retina de cualquier fan del director o del cine en general.

Enfrascada en un marco que difiere mucho de la seriedad y la personalidad de una película para la taquilla, Death Proof se torna como un capricho; un dulce que Tarantino quería probar y disfrutar, sabiendo de buena tinta que las críticas que pudiese recibir a partir de su creación le importaban poco. Un guion plano, pero cargado de las palabras que tanto le gusta soltar, sangre, desmembraciones, carreras, acción, mujeres y sus primeros planos tan deseados por el mismo. Todo eso conforma esta cinta que parece sacada de una noche de borrachera entre dos amigos más que en un proyecto serio.

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Pero lejos de parecer así insulsa, estamos ante una cinta innovadora en la que Tarantino nutre su mente y memoria con las películas que siempre le gustaron, y selecciona lo que quiere de cada una para su creación, de la cual surge una película únicamente creada para el entretenimiento puro y directo; un disfrute continuo con imágenes, música y tantos etcéteras que permanecen ocultos en la que podría ser una de las películas que consiguen hacer que el tiempo pase más rápido.

Concienzudamente elaborada para este fin, no se debe esperar unas actuaciones prodigiosas; puesto que las chicas de Tarantino se enfrascan en conversaciones planas y vacías, en una formalidad despreocupada en la que las palabras que sueltan presentan la búsqueda de pasar el rato hasta que el coche vuelva a andar. Kurt Russell, Zoë Bell, Rosario Dawson, Vanessa Ferlitoson meros participes de una fiesta, de una grabación para una película sin sentido especifico con el público, y con un afán de entretenimiento que desborda todas las anteriores producciones de Tarantino y su mágica aura que envuelve cada creación. Los detalles musicales y de imagen, la transición entre tomas cual diapositiva quemándose y la construcción del fin de la cinta son obra y gracia de la varita del director que, ya tenga infinidad de detractores, o sepa que en taquilla puede quedarse a las puertas de un rotundo fracaso o un rotundo triunfo, hace lo que quiere, cuando quiere, y como quiere.

Y si con Sin City puso su granito de arena en una producción que era muy esperada, con Death Proof consiguió crear una montaña de lo que solo parecía un grano de arena, haciéndonos escuchar de nuevo “Me lo paso como los indios haciendo lo que me da la real gana”.

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