Quentin Tarantino (IV) : ‘Reservoir Dogs’

Quentin Tarantino en todo su esplendor. Acción, violencia, sangre, y ese largo etcétera de elementos que conforman su cine que lo hacen ser él. Todo esto y más, se encuentra en su primer largometraje grabado de manera profesional.

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Reservoir Dogs es la cinta que colocó su nombre en el planeta; y que le confirió el poder para aparecer junto a los directores más preciados de Hollywood. Un atraco a un banco de diamantes, el cual sale bastante mal debido a que la policía aparece y acaba con unos cuantos miembros de la banda, mientras que los que quedan se confinan en un lugar seguro para trazar los próximos pasos a seguir.

Y así, entre designaciones cromáticas y motes que a unos encantan y a otros disgustan, se nos presenta ante nuestras retinas una película violentamente maravillosa, y con una muestra de lo que es un guión cuidado y mimado hasta el hastío. Se nos muestra una película basada en el respeto, donde, sin demasiada acción, hay diálogos frescos y sinceros, ritmo trepidante y una trama apasionante. Una puesta en escena al más puro estilo “Like a Virgin” –histórica disputa por su significado.- y, en definitiva, un largometraje con todo el poder narrativo al que, más tarde, nos acostumbra su director.

Pero centrando la película desde un plano de visionado libre de conocimiento sobre el mismo, se ampara en cuatro elementos sencillos, que le confieren toda su magnificencia: el humor negro, ese gran humor que los Coen manejan maravillosamente en sus películas, pero en el cual Tarantino tiene un nombre marcado a fuego; ese humor negro que nos hace preguntarnos por qué somos el Señor Rosa –actuación memorable de un Steve Buscemi que, se encontraba en las últimas económicamente hablando.- o a hablar de penes mientras desayunamos.

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También encontramos en la elección de la banda sonora y la música que acompaña al film un punto de inflexión; puesto que otorga a las escenas el sentimiento exacto, tanto para bien como para mal, que se pretende sacar de la imagen. Sin más, escuchar “Stuck in the middle with you» del grupo Stealer’s Wheel tras haber visto la película ofrece ideas y recuerdos difíciles de olvidar.

La elección de los personajes, presentados de manera magistral entre flashbacks que lo hacen atractivo y entretenido, y la actuación de dichos personajes es un punto más que fuerte de la película; donde se desatan de manera estelar los diálogos tan cuidados que antes se han comentado.

Y la sangre. La violencia sin acción desenfrenada tan bien llevada a cabo y tan cuidadosamente utilizada en escenas que se marcan en la retina. Uno de los sellos de Tarantino en su primera muestra y la manera de encarnar estos planos de manera que todo quede retratado tal y como él tenía en mente.

No hay nada que se desperdicie en uno de los clásicos por antonomasia de los noventa; en una de esas películas que da pena terminar de ver, porque en su próximo visionado, aunque eres bien conocedor que la disfrutarás, desearías estar virgen de ella para poder volver a impregnarte de cada segundo y cada escena que un novato director estadounidense te brinda.

Así pues, Reservoir Dogs, desde la conversación inicial hasta su final, con ciertas escenas intermedias, ha pasado a la historia del cine como la muestra de un cineasta destacado y lleno de talento; que, poco a poco empieza a confeccionar los puntos que lo distinguirán del resto de compañeros del gremio.

Y si con El cumpleaños de mi mejor amigo dijo en voz bajita “¡Eh, que existo!”, con Reservoir Dogs se levanta de la silla, se sube a la mesa, se baja los pantalones y grita a los cuatro vientos: “Señores, ¡Tarantino está en la casa!”

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