Es de sobra conocido el riesgo que asumieron muchas personas durante la II Guerra Mundial ayudando a huir a cuantos judíos pudieron. Multitud de valientes historias que en ocasiones han sido llevadas al cine con bastante éxito (‘La lista de Schindler’, ‘Resistencia’).

Y a pesar de que ‘La casa de la esperanza’ también narra un argumento cuyo núcleo es ese mismo objetivo, no tiene la complejidad de la primera ni disfruta de la acción de la segunda. La historia comienza en 1939, poco antes del estallido de la II Guerra Mundial, en un zoólogico de Varsovia. En un momento de frágil tranquilidad, vemos a la protagonista asistiendo en un parto de elefante, una declaración de intenciones de su aparente ternura.

La sencillez de la trama contrasta con lo que debió ser en realidad, y el guion de Workman no ayuda siendo previsible y repleto de situaciones anteriormente vistas. Unos lugares comunes que restan tensión dramática y gracias a los cuales el espectador se siente alejado de la historia. Ni siquiera vemos alguna secuencia de acción con la que romper la rutina, de esas en las que los protagonistas se encuentren en verdadero peligro.

Tampoco la dirección encuentra su tono en toda su duración. Caro, que carece de experiencia en este tipo de narración, parece mantenerse al margen sin demasiada implicación, y su trabajo no compensa el esfuerzo de un reparto que brilla en su justa medida. Chastain y Brühl cumplen en sus roles, pero sus personajes llenos de clichés tampoco ofrecen más.

Seguramente esta historia se merecía haber sido mejor desarrollada, con un guion que hubiese detallado mejor el riesgo que corrían los protagonistas y lejos de lo puramente esperado o de esperados golpes de guion, y una dirección con más experiencia que se hubiese mostrado más arriesgada. A pesar de ser correcta en los aspectos básicos, ‘La casa de la esperanza’ decepciona en su conjunto final.