Especial Sitges (II): ‘Zombeavers (Castores zombies)’ (Jordan Rubin, 2014)

En el especial Sitges Tour A Contracorriente, la segunda parada fue con ‘Zombeavers (Castores zombies)’. El Festival de Cine Fantástico de Sitges demuestra que tiene un sentido de lo kitsch muy amplio. La demostración es que lo mismo entran en sus secciones películas de thriller elegantes e inteligentemente ejecutadas, cine de autor y experimental…y también películas de serie B e, incluso, Z. Porque esta propuesta hace alarde de la última letra del alfabeto.

Un grupo de jóvenes pretende pasar un fin de semana de diversión, alcohol y sexo. Sin embargo, su plan se truncará al cruzarse en su camino un grupo de castores zombis que tratará de acabar con ellos.

Ya de por sí el título invita a pensar que esta cinta nunca se va tomar en serio, empezando por ella misma. El juego de palabras (“castor” en inglés tiene un doble sentido similar al de “conejo” en castellano) y el cartel ya muestra que esta película contiene los tópicos más tópicos del cine de terror de los años 80. Y los tiene: universitarias sexys con tendencia a salir en biquini, chicos de fraternidad con las hormonas a flor de piel, una casa en mitad del bosque… y unos monstruos que son entre asquerosos, terroríficos y paródicos.

Jordan Rubin es el director de semejante broma de mal gusto. No se puede atacar a una película que enseña por donde cojea y lo hace a propósito para provocar una mezcla de risotada con sensación de repulsión. No pretende llegar a los niveles de lectura del primer Peter Jackson, ‘Braindead (Tu madre se ha comido a mi perro)’ le da varias vueltas a estos castores, y ni siquiera llega a, quien lo iba a decir, ‘Piraña 3D’ e, incluso, ‘Sharknado’.

Para poder disfrutar de esas bromas verdes es necesario pasar por el aro y entrar en el juego que ofrece Rubin. Cierto que desde el inicio, en los créditos de presentación, se invita a ver esta producción como una broma de bajo coste, con muñecos mecánicos convertidos en diabólicos zombis pero que se ve a leguas que son mecánico y vísceras por doquier que se van que son de atrezzo. Y gracias a tal exageración provocada se puede ver como lo que es. En caso no se quiera entrar en ese juego absurdo, se estará ante un filme tan vacío y grotesco que, gracias a sus escenas gore, provocarán una mezcla entre asco y sentimiento de haber perdido el tiempo (y la vida) en ver tal adefesio.

Gracias a su breve metraje, la cinta no llega a los 80 minutos, ‘Zombeavers (Castores zombies)’ es una experiencia semejante a visitar La Casa de los Horrores de alguna feria de extrarradio o de ir a una ciudad en verano que tiene huelga de recogedores de basura. Producto ideal para videoclubs, aunque estos estén en peligro de extinción. Afortunadamente, su mensaje y sensaciones duran tanto como el camino entre la salida del cine a la calle.

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