‘El clan de los irlandeses’ (Phil Joanou, 1990)

La presencia en una película de uno o más portentos de la interpretación, no hacen de esta algo que necesariamente valga la pena ver. Por ejemplo, algunas de las peores experiencias como espectador me las han dado los trabajos que durante la última década han protagonizado Robert De Niro y Al Pacino, juntos o por separado. Si no me creéis, ved Asesinato justo, Todos estamos bien o The Recruit; lo único que se puede recordar de ellas es la exasperante cantidad de tics a los que echan mano. Es lo que pasa cuando se es consciente del peso de la propia historia; aunque la verdad es que si yo hubiese protagonizado Toro salvaje, El Padrino o Uno de los nuestros, me daría lo mismo lo que pensara un aficionado al cine que vive en Madrid.

Sin embargo, a veces la mezcla funciona. A veces, juntar a intérpretes de reconocida calidad en una misma película logra un resultado que permanece, que se transforma en uno de esas sugerencias que se nos vienen a la mente cuando nos preguntan: “Oye, ¿puedes recomendarme una buena película para ver esta noche?”. En esas situaciones tiendo a pensar en historias sombrías en las que buenos y malos están separados por líneas difusas y las lealtades son cosa de sangre, violencia y dinero. Entonces, El Clan de los irlandeses (State of grace) aparece automáticamente entre las opciones.

oldman 2                                             Foto: MGM

Dirigida por Phil Joanou, cuenta con un reparto de insignes que funciona a la perfección: Gary Oldman, Sean Penn, Ed Harris y Robin Wright, secundados por John Turturro y John C. Reilly, todos impecables al momento de recrear esta historia que tiene como centro a la mafia irlandesa de New York. El clan de los irlandeses trata sobre los acontecimientos que se desencadenan cuando Terry Noonan (Penn), un policía que ha hecho su carrera en Boston, regresa a NY con la misión de infiltrarse en la banda dirigida por Frankie Flannery (Harris) y evitar que forme una alianza estratégica con los italianos. Para hacerlo aprovecha su amistad con el inestable y violento Jackie Flannery (Oldman), hermano de aquel y de Kathleen Flannery (Wright), la hermosa hermana menor que no quiere saber nada de los negocios de la familia y que tiene asuntos sentimentales sin resolver con él.

Más allá de las formalidades que exige una historia de mafia y crimen, el guión es en definitiva una reflexión acerca del oportunismo y de cómo este puede afectar a las bases de las relaciones personales, modificando casi de forma imperceptible las motivaciones de cada uno más allá de la honestidad de los sentimientos. Cuando las cosas ocurren en un contexto tan sórdido como el de las mafias, las consecuencias pueden llegar a ser dramáticas; nadie sale indemne. Sin embargo, pasando por alto cualquier tipo de perorata cinéfila, El clan de los irlandeses es una película entretenida; todos los elementos que se necesitan para mantener el interés del público están presentes y en equilibrio, en gran medida gracias a las sólidas interpretaciones del cuarteto sobre el cual gira la narración. Tanto Penn como Wright, Oldman y Harris dan forma a sus personajes con acierto y credibilidad. Pero en esto el mérito es también de Phil Joanou, que lleva a cabo la dirección teniendo en mente esa premisa que dice que ninguna historia funciona si no se logra la empatía con el espectador. El resultado le da la razón.

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