El Cine Sonoro: Películas de Gánsters

En 1919 se promulgó la 18ª enmienda de la Constitución de los Estados Unidos por la que se prohibía la fabricación, transporte, venta y consumo de alcohol, la famosa ley seca, que duraría hasta 1933. Esta ley fue ratificada por 2/3 de la población americana, y amparó uno de los mejores negocios de la época: el contrabando de alcohol, que centró su actividad en la ciudad de Chicago. Este hecho histórico produjo uno de los momentos de mayor corrupción en la historia de EE. UU.MagaZinema - Prohibition

Aparecerán en este contexto las primeras películas sobre gánsters que, en los años 30, será un género de primera, que recogerá la propia realidad del país y las tumultuosas acciones de la mafia italoamericana.

¿Por qué será en los años 30 cuando despunte este género?

MagaZinema - The FBI and the American Gangsters in the 1920s-1930s (2)
Tiroteo a plena luz del día entre el FBI y Gánsters alrededor de 1925

La introducción del sonoro de forma plena llevará al cine de gángsters a triunfar como modo de entretenimiento. Las salas de cine rebosaban de personas expectantes por ver escenas de acción, violencia y decadencia en la gran pantalla. Lo hacían además con el plus del sonido. El rugir de un coche, la cadencia de las ametralladoras y los disparos aislados que se llevaban la vida de más de un protagonista. Vivir el crimen y las aventuras de forma segura, al abrigo de una sala de cine, hizo que este fuese uno de los géneros más productivos de la Época Dorada de Hollywood.

Las historias que cuenta este género se ven normalmente marcadas por una vida de crimen, cuando se centran en la familia mafiosa, aunque otras veces giran en torno a la víctima de una de las muchas mafias que gobernaban las ciudades americanas. Como todos hemos visto y recordamos, los rodajes de estas películas nos transportan a ciudades llenas de vida, lo que da lugar a que las acciones criminales queden algo encubiertas gracias a la infinidad de clubes nocturnos y callejones que albergan. Además, siempre que pensamos en estas películas nos vienen a la cabeza elementos iconográficos característicos como los grandes carteles de neón, las persecuciones en coche, calles solitarias, gabardinas con el cuello subido, violencia gratuita, tiroteos, lluvia nocturna y las escenas interiores de esos clubs que mencionábamos, donde el whisky y otras bebidas corren a raudales, siempre de forma ilegal.

En lo que quizá nunca pensamos cuando visionamos una de estas películas es en el mensaje que subyace tras ella. Ese mensaje moral que siempre está latente. La autosuperación de sus personajes, la supervivencia más primaria del ser humano en momentos decadentes, y el coste de ciertas acciones y modos de vida, un coste que suele ser la muerte. A este mundo, en este tipo de películas, nos acercamos casi siempre desde el punto de vista y percepción del mafioso o criminal de turno, por lo que nos vemos abogados a simpatizar con él y sus acciones, llegando estas incluso a normalizarse para nosotros, sin darnos cuenta de ello. La rivalidad entre bandas, la lucha contra las fuerzas de seguridad y el instinto de supervivencia dentro de la propia organización criminal centrarán las acciones, que normalmente, dibujaran personajes inmorales, extremadamente astutos, autodestructivos y megalomaniacos.

En 1933 cuando acaba la prohibición, el género decae y se agota, aunque reaparecerá en los años 40 con el cine negro, los principales rostros y actores que interpretan a los gángsters, se pasarán al otro lado de la ley e interpretarán a policías buenos, adaptándose a la política del New Deal de Roosevelt. Se hicieron, antes de que esto ocurriese, cerca de 300 películas de gángsters, nosotros destacaremos tres de ellas: ‘El enemigo público’ de 1931 dirigida por W. Wellman, ‘Scarface’ (1932) de H. Hawks y ‘Hampa Dorada’ (1930) de Mervyn LeRoy.

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En cada una de ellas se muestra con frialdad el ascenso y caída de delincuentes profesionales, en las tres el modelo es Al Capone. Los criminales serán bajitos, violentos y robustos, se abrirán camino con violencia, para verse destruidos de forma cruenta y espectacular, en ellos una fuerte misoginia será más que patente, incluso cuando sienten una más que notable adoración por sus madres. A continuación os dejamos unas pinceladas de estas tres obras maestras del género, en caso de que sintáis curiosidad por visualizar alguna.

La película dirigida por Mervyn LeRoy, ‘Hampa Dorada’ (1930), protagonizada por Edward G. Robinson en el papel del despiadado y malvado asesino de la ciudad de Chicago conocido por el nombre de Caesar Enrico («Rico») Bandello, quien experimenta una pronta y rápida ascensión dentro del circulo mafioso, para más tarde acusar cada una de las acciones realizadas a lo largo del film. Robinson fue además una de las grandes estrellas de este género, recordado sobre todo por este papel, que lo puso en el centro de atención del público.

MagaZinema - Hampa Dorada

‘El enemigo público’ de 1931, dirigida por W. Wellman y protagonizada por James Cagney, en la que sería su primera película, en el papel del brutal criminal Tom Powers, en esta película encontramos algunas escenas tan memorables como brutales, como puede ser el momento en que el protagonista asalta en pleno desayuno a su novia, aunque realmente la escena final es la chocante, pero para saber de ella deberás ver la película, no queremos desvelar sorpresas a los lectores.

La última elegida es quizá la más conocida, ‘Scarface’ (1932) de Howard Hawkes, nos transporta a la brutal vida de crimen de Chicago en plena prohibición. Destaca la participación en esta película de George Raft y Ann Dvorak. Como dato curioso mencionar que fue la primera película en la que se uso un arma automática por un gánster. Es además una de las producciones más violentas, se incluyen cerca de una treintena de muertes de inmigrantes italoamericanos.

MagaZinema - scarface - Hawks

Años más tarde, como todos sabemos, Brian de Palma hizo un Remake con Al Pacino a la cabeza del rodaje, titulado también ‘Scarface’ (1983) fue cincuenta años después criticada de igual forma que su predecesora, por ser demasiado violenta y brutal, no hizo falta Código Hays en este caso para poner trabas a este tipo de cine.

A partir de 1934 se endurece el ya mencionado Código de Censura Hays. No se podrá seguir manteniendo el clima de violencia en las películas de este género. Desde ahora el cine se centrará en la alabanza a las series policiales, y famosos gánsters como E. G. Robinson pasarán a interpretar papeles de incorruptibles policías americanos. Con estas películas Hollywood intenta cambiar su imagen, todo ello debido a las presiones de la Liga Católica, que curiosamente estaba financiada por Al Capone. Otra de las causas del cambio de cine de malos a cine de buenos, será la política del New Deal de la administración Roosevelt. Uno de sus aspectos más destacados fue la reforma social de los barrios más humildes, buscando la regeneración de los pequeños delincuentes. En este sentido se hicieron muchas películas, como ‘Ángeles con caras sucias’ de Michael Curtiz, películas casi siempre protagonizadas por un cura que llevaba a los jóvenes por el buen camino.

El cine de gánsters se seguirá practicando hasta el final de la Depresión, momento en que desaparecerá de las pantallas, resurgirá después con ‘Bonnie and Clyde’ en 1967 o ‘El padrino’ de Francis Ford Coppola en 1972.

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