‘El pasado’ (Asghar Farhadi, 2013)

   De nada sirven unos pies en movimiento si no se apoyan sobre la huella que dejaron anteriormente como inevitable punto de referencia. Sin embargo, esa huella garante del avance conforma su silueta como un filo que nos encalla en la arena obligándonos a sortear las marejadas sin poder desprendernos de ella, convirtiéndonos así a nosotros mismos en nuestra propia ancla y, con ello, en el satélite encargado de las fluctuaciones de las mareas de las aguas en que nos zambullimos. En mitad de este oleaje en el que cada acto, cada momento y cada pisada conlleva la conformación de nuestro yo y, sobre todo, de cualquier intento por crear (o por destruir) un “nosotros”, es el lugar en el que el iraní Asghar Farhadi ha decidido centrar la temática de su reciente película 'El pasado, donde en vez de sumergirse en la más absoluta de sus profundidades ha preferido dejar que éstas emerjan por sí solas para volver evidente la coqueta y simulada levedad con la que habitualmente se nos presentan.

   Ese sutil emerger del pasado es algo que ya se plasma desde la introducción, posiblemente una de las más premonitorias y acertadas del cine reciente: las mudas conversaciones a través del cristal, el gesto de ocultar la muñequera, y, sobre todo, el momento en que Marie empieza a dar marcha atrás y Ahmad le espeta mirando a la cámara “¡Para, para! !¿Qué haces?!”, dando lugar a un repentino frenazo y a la aparición sobre fondo negro del El pasado 2título de “El pasado”, preconizan ya el desarrollo de las dos horas restantes. Aquellos dos primeros elementos marcarán la línea tonal del film, sostenido a través del silencio y el intento por guardar las apariencias, mientras que el tercero de los mismos funcionará como advertencia del resto del metraje, pero también como una suerte de resumen en miniatura de toda la narración posterior: Ahmad ha dado el visto bueno a que Marie de marcha atrás del mismo modo en que ha accedido viajar a París para firmar los papeles del divorcio; sin embargo, en el momento mismo en que se da cuenta de que eso significa abalanzarse sobre el pasado se ve invadido por el pánico. Igualmente, la construcción de esta sencilla escena en el coche planteará desde ese mismo momento el modo en que se irán construyendo las escenas, es decir, mediante situaciones y conversaciones cotidianas que terminarán desembocando en estallidos de tensión motivados por un fuera de campo narrativo o visual, demostrando con ello una vez más que Farhadi consigue dominar el tempo de cada escena con una solvencia envidiable y que, como viene siendo habitual en su carrera, consigue apoyarlo con unas actuaciones remarcables por parte de todo el reparto, en este caso encabezado por Ali Mosaffa, Bérénice Bejo ('The Artist') y Tahar Rahim ('Un profeta').

   ‘El pasado’ es, por lo tanto, una película continuista respecto a toda la filmografía anterior del director iraní tanto en estilo (el tono reposado marcado por el silencio, la sutileza y la incertidumbre), en su planteamiento (la reacción humana ante ciertos hechos que alteran su cotidianidad) como en el que se ha convertido en su gran estandarte: la personal apropiación El pasado 3que hace del 'Macguffin' hitchcockiano mediante el cruce entre el drama intimista y el thriller, lo cual le permite enganchar al espectador con la resolución de una misterio mientras aprovecha para hablarnos de lo que realmente le importa, a saber, el devenir de las almas que se ven envueltas en esa trama. Sin embargo, es justamente en esta última seña de identidad donde la primera producción europea del director encuentra su talón de Aquiles. Mientras que en ‘A propósito de Elly’ (2009) y, sobre todo, en la excelente y nunca suficientemente alabada ‘Nader y Simin. Una separación’ (2011), conseguía alcanzar su maestría en la integración de un retrato hiperrealista del drama personal dentro de una trama principal de toques policiacos, en ‘El pasado’ nos encontramos con la fórmula inversa, es decir, una historia perfectamente cotidiana (la llegada de Ahmad a la nueva vida de Marie con Samir) que es en cierto modo adornada con un misterio por resolver (el frustrado intento de suicidio de la mujer de Samir) que le sirve para subrayar dos de los temas principales de la película: en primer lugar, el tema de la culpa, de su distribución y del reproche El pasado 1(¿qué o quién motivó aquel suicidio?), y en segundo lugar, el de la asimilación de esos hechos por parte de los niños que los presencian como impotentes y desorientados espectadores y cuyo pasado se está configurando en ese preciso presente. La inclusión de este elemento narrativo se convierte, por lo tanto, en reclamo principal del metraje, pero debido a ese cambio en el orden de prioridades las costuras de esta característica mezcla de géneros se vuelven más evidentes, revelando con ello un cierto problema de estructura, pues para cuando esa trama secundaria empieza a cobrar interés a mitad del metraje el espectador que haya seguido con devoción el devenir de los acontecimientos hasta entonces no puede dejar de sentir una cierta sensación de complementariedad en esta subtrama, en parte por no tener la fuerza necesaria para llegar realmente a asfixiar la respiración del espectador como debiera.

El pasado 4   Farhadi, quien ha perfeccionado en buena parte su labor de director como demuestra el uso más reposado de la cámara y ese detallista cuidado por ciertos encuadres ‘a la Kiarostami’, ha conseguido, por lo tanto, crear una película notable que supera a su también estupenda ópera prima, pero que sin embargo no alcanza las cotas de brillantez de su predecesora. Así, del mismo modo en que la relación entre Marie y Samir se ve condicionada por la invasión de la privacidad del pasado encarnado bajo la máscara de sus relaciones anteriores, tanto las decisiones narrativas del director como el acercamiento crítico del espectador se acaban viendo lastradas por su filmografía previa, demostrando con ello el que es sin duda el hilo temático de toda la narración, a saber, que el ‘es’ no es más que la consecuencia del ‘fue’ y que, por lo tanto, andar no consiste en dar pasos sino en el inevitable hecho de dejar nuestras pisadas.

Trailer de 'El pasado'

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