‘Los Boxtrolls’ (Graham Annable y Anthony Stacchi, 2014)

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El estudio Laika es uno de los más prometedores del mundo. Grandes orfebres de la técnica de animación stop-motion y creadores de dos grandes largometrajes como ‘Los mundos de Coraline’ y ‘El alucinante mundo de Norman’, ahora llega ‘Los Boxtrolls’. Basada en la popular novela para niños ‘¡Tierra de monstruos!’ de Alan Snow.

El pueblo de Cheesebridge es una elegante villa de la era posvictoriana, obsesionada por el dinero, la clase y amante de los más deliciosos quesos. Debajo de sus calles viven los Boxtrolls, unos monstruos que salen de las alcantarillas por la noche para hacerse con los bienes más preciados de los habitantes: sus hijos y sus quesos. O eso es lo que creen, porque los Boxtrolls resultan seres pacíficos que toman prestado lo que los humanos no desean para crear grandes inventos. Les ayudan Eggs, un niño al que las criaturas cuidan desde era un bebé, y Winnie, hija del señor Camemberg, el alcalde del pueblo.

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Si algo hay que destacar por encima es la espléndida calidad técnica y visual de la película. Cuando el 3D llegó a las grandes compañías de animación, pocos imaginaron que el stop-motion podría sobrevivir. El estudio británico Aardman es el gran veterano y superviviente de este arte con películas como ‘Chicken Run: Evasión en la granja’ o ‘Wallace y Gromit: La maldición de las verduras’. En 2005 nació en Estados Unidos el estudio Laika, sucesora del estudio del gran cineasta de stop-motion, Will Vinton. ‘Los Boxtrolls’ suponen un nuevo enfoque en el género y un acercamiento a un público más familiar. La estética, con su tradicional aire gótico que tan de moda está últimamente, se dulcifica, sus tonos no resultan tan vivos como en ‘Los mundos de Coraline’ o ‘El alucinante mundo de Norman’ y eso ayuda a que los personajes y escenarios no asusten a un público muy joven.

Si algo gusta de Laika son sus sutiles mensajes. En ‘Los Boxtrolls’ se ve una desigualdad de clases notoria; por un lado una aristocracia tan burocrática en su sistema de gobierno como banal por su obsesiva afición por los quesos y los sombreros blancos; por otro a un gran proletariado que ni pincha ni corta en las decisiones gubernamentales y que cree en las falacias acerca de los monstruos protagonista; y por otro lado están los Boxtrolls, criaturas subterráneas que malviven y son perseguidos y fulminados por un sicario corrupto y avaro que desea pertenecer a esa aristocracia que tanto le rechaza. En medio de esto están los que desean un diálogo entre clases, Eggs y Winnie.

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Y esa lucha de clases por la dignidad y cooperación entre ciudadanos es su mejor parte junto con su técnica, ver una producción stop-motion es siempre una delicia. Sin embargo, ese mensaje pierde algo de efecto por sus personajes. Los motivos que se dan por las ambiciones tanto de los villanos como por esos miembros aristocráticos resultan poco convincentes y, hasta de manera metafórica pueden ser inverosímiles. La resolución de los conflictos se antoja fácil. Aun así, esto es culpa de Laika, que con grandes producciones como ‘Coraline o ‘ParaNorman’, los defectos de ‘Los Boxtrolls’ se acentúan cuando a una producción proveniente de estudios con menos arte, se la alaba en demasía.

‘Los Boxtrolls’ resulta un notable divertimento familiar, una alternativa digna y muy valorada a esas grandes producciones animadas por ordenador. Un trabajo artesanal hecho con cariño y mimo. Todos los públicos la podrán disfrutar, desde el más joven, al que esos trolls encantadores, hasta el adulto que ejercerá de padre, que verá ese subtexto de clases y apreciará ese trabajo tan arduo de animación.

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