‘Espacio interior’ (Kai Parlange Tessmann, 2012)

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El confinamiento en un lugar reducido es una metáfora ideal para un cine con ciertos toques teatrales. Pedro Almodóvar supo utilizar la cautividad forzada estupendamente en su retorcida ‘La piel que habito’. Otro ejemplo es ‘Oldboy’, donde Park Chan-wook se adentra en lo más recóndito del alma para plasmar las ansias de venganza. La incertidumbre por conocer el verdadero motivo del secuestro del protagonista hace que la mexicana ‘Espacio interior’, ópera prima de Kai Parlange Tessmann, recuerde en sus inicios a la célebre obra surcoreana.

Basada en hechos reales, Lázaro es un joven arquitecto y padre de familia que es secuestrado y confinado en un habitáculo de tres metros cuadrados. Desconoce los motivos del encierro, su única conexión con el mundo es la comunicación parca que tiene con sus secuestradores y la revista y periódicos que, cada cierto tiempo, le proporcionan. Amenazado de muerte, Lázaro se ve obligado a revelar información íntima sobre sus familiares, cae en una desidia total. Sin embargo, se da cuenta de que su mente no puede secuestrarse si él tiene fuerza de voluntad. Gracias a esto y su devota fe en Dios, llegará a partes de su alma que pensaba que no podría llegar.

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La perspectiva de la víctima en el secuestro es un punto de vista original, se desconoce a los secuestradores, la familia del desaparecido no aparece, la búsqueda policial tampoco se ve en escena. Todo es supuesto y está dentro de la mente del protagonista, que ocupa plenamente la trama desde el inicio hasta el final. Kuno Becker consigue atrapar al espectador con su interpretación, la ansiedad, el miedo, la locura, hasta su fe se transmiten en cada uno de sus movimientos. El que desee mantener despiertas sus facultades físicas y mentales a través de sus creencias religiosas es digno de mención.

Sin embargo, el trato de esa forma de combatir la adversidad, siendo loable, no está bien trazada por parte del guion. Se convierte en un mensaje con una sutil moralina didáctica peligrosa. Y es que el director supedita la fuerza de voluntad, de sobrevivir, de enfrentarse a la muerte, de poner los valores éticos en cuestión, de criticar una realidad social tristemente actual en México a la voluntad religiosa del protagonista, al que se le perfila de forma maniquea, panfletaria y perfecta: con una familia de cuadro, una vida de ensueño y ningún defecto.

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El ambiente asfixiante del protagonista también pierde fuelle. El director no sabe mantener esa atmósfera con planos exteriores, mostrando pensamientos del protagonista en momentos de locura o los sueños que lo atrapan cuando duerme. También, quizás por querer ceñirse a la realidad del caso, le da un final demasiado predecible, con intención esperanzadora, pero que, da la sensación de que el realizador desea darle bien masticado el mensaje al público, no dejarse ningún cabo suelto para que no haya duda de la superación del protagonista.

Kai Parlange Tessmann debuta con una irregular propuesta que, pese a la magistral interpretación de Kuno Becker, no consigue equilibrar a una película que pretende ser una muestra de una realidad social pero que se queda en un intento moralizante y tendencioso. ‘Espacio interior’, al igual que otras películas como ‘Bella’ o ‘El cielo es real’, gustará a un público que desee reafirmarse, aun más, en sus creencias.

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