Crítica de ‘Dheepan’ (Jacques Audiard, 2015):
No eres mi marido, Dheepan

Título original: Dheepan

Año: 2015 (Francia)

Duración: 114 min.

Director: Jacques Audiard

Reparto: Jesuthasan Antonythasan, Kalieaswari Srinivasan, Claudine Vinasithamby, Vincent Rottiers, Faouzi Bensaïdi, Marc Zinga, Franck Falise

Guión: Jacques Audiard, Thomas Bidegain, Noé Debré

Fotografía: Éponine Momenceau

Música: Nicolas Jaar

Género: Drama.

Sinopsis: Un hombre huye de la guerra civil en Sri Lanka y, para conseguir que Francia le conceda el derecho de asilo, hace pasar por su familia a una mujer y a una niña que huyen también del país. Una vez en suelo francés, encuentra trabajo como conserje en un edificio situado en un barrio problemático de las afueras. A pesar de que no hablan francés, se adaptan progresivamente a su nuevo país.

Crítica de ‘Dheepan

por Lourdes Lulu Lou

«No eres mi marido, Dheepan»

Sobrecoge y seduce, conmueve e interesa, poco a poco se instala en tu receptivo corazón, te impacta y asombra, enmudece en ese no parar de devastados sentimientos llevados en silencio, sin ser revelados, apenas mencionados o manifestados, que van a más y se refuerzan a cada paso, supervivencia al límite de aquel desconocido extranjero que lleva a un hipnótico desencuentro donde se lucha con todas las armas para seguir viviendo.
Constancia de una violencia y brutalidad que nunca les abandona, tiros y disparos de las mismas armas aunque en país distinto, con mismo objetivo de cruel consecuencia, donde el alma despierta sus peores sentidos y surge ese obligado demonio de quien está vapuleado por dentro, e intenta una pacífica existencia por fuera con su digno trabajo, su confeccionada rutina y la creencia en una falsedad de inicio que ¿por qué no apoyarla, quererla y convertirla en veracidad sentida?
Un largo, duro y apesadumbrado viaje desde Sri Lanka a Inglaterra, pasando por Francia, la extrema necesidad aviva la unión avispada de quien combate por salir de la guerra y de la extenuante pobreza para llegar a donde sea, pues cualquier destino es mejor que donde se encuentra.
Imitar para encajar, asentir para cualquier pregunta, sonreír con amabilidad, pero sin pasarse no lo confundan con burla, un gracias, buenas tardes, si señor como palabras mínimas para relacionarse, infiltrarse y pasar desapercibido.
La inmigración y su agónico camino como centro de un angustioso recorrido que se mueve silenciosamente, sin apenas hacer ruido pero con una contundencia demoledora, tan penetrante e inmensa que, una vez iniciado el relato es imposible dejar de mirar o no prestar toda tu atención a su fingido contenido pues les acompañas, apoyas y sufres con ellos, en ese catatónico dolor encerrado en lo más hondo de una esencia maltratada que está cubierta de heridas abiertas, supuradas levemente para poder soportar el tramo iniciado, la aventura emprendida que lleva a una supuesta mejor realidad a salvo de la injusticia, el terror, el abuso y la inmundicia, del hambre y el recóndito horror que ahora ni siquiera soy capaz de imaginar, pero que Jacques Audiard recrea con esa sinopsis estremecedora de quienes van día a día donde se les mande para comer, vestirse y continuar de pie, aunque sea escondidos de los demás y de si mismos, ante una sociedad que sólo ve lo que quiere, según conveniencia, y se cree la historia que sea con tal de que el recién llegado no moleste ni altere la comodidad de unas costumbres ya estipuladas.
Impresionante interpretación de Jesuthasan Antonythasan y Kalieaswari Srinivasan como ilícita pareja que cuenta con toda la licitud moral para existir y formarse, roce y cariño de una convivencia que se entiende sin palabras, pues éstas únicamente surgen cuando la confianza de conocer a tu marido da pie y tregua a hablar tú como esposa.
Su visión es desfalleciente, su recepción serena y seria, su digestión un mar calmado que se revuelve cuando menos te lo esperas, todo ello envuelto en una pausa repetitiva que en su maltrecha normalidad agota; su fuerza radica en su intento de sentir, en su coraje mental, en su valentía humana, en esos profundos e insondables ojos que observan con detenimiento, leen con destreza y aprenden el uso de la voz nueva, como materia aventajada para optar a mejoría soñada.
Duele con profundidad, nubla sin descanso, aniquila sin permiso y hace tuya su destrozado relato que, con humildad, paciencia y constancia crece, florece y construye a partir de una destrucción inquietante.
Desgarrador drama que se acoge a una obligación diaria de inestable desenlace, vestida de aciaga armonía, que con escasos sobresaltos es capaz de transmitir el caos, miedo, incertidumbre, nulidad y tensión de quienes sufrieron la barbarie y continúan con ella dentro.
Adaptación al nuevo mundo, y tú fielmente con ellos, para atrapar con salvaje naturalidad, con ofertada comprensión y con descolocada emoción; no alcanza la supremacía de ‘Óxido y hueso’ pero queda a respetada y aplaudida altura.
Cine que solicita impliques tus sentimientos en ella, experimentes, repruebes, estimes y consideres, deja huella de tiempo acorde que no se alarga en demasía, pero si lo suficiente para apreciarla y comentarla tras ser recibida.
No dejes de verla, no pases de ella, les une el instinto de resistencia y un inesperado afecto.
  • 6.5/10
    Realización - 6.5/10
  • 6/10
    Fotografía - 6/10
  • 6/10
    Montaje y Edición - 6/10
  • 6/10
    Música - 6/10
  • 6.5/10
    Guion - 6.5/10
  • 6.5/10
    Interpretaciones - 6.5/10
6.2/10

Resumen

Lo mejor: la confección de un retrato que habla, sin levantar la voz pero con poderío.
Lo peor: un acomodado final innecesario.

Tráiler de ‘Dheepan’

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