Fue el propio Leonardo da Vinci el que dijo “Muchos han comerciado con ilusiones y falsos milagros, engañando a la estúpida multitud”, y ha sido Clint Eastwood el trilero que le ha dado la razón. El director americano es sin duda alguna uno de los mejores creadores de buen cine de las últimas décadas, leer su nombre en lo más alto de los créditos de una película era sinónimo de apuesta segura, hasta el estreno de ’15:17 Tren a París’.

Indescriptible decepción la experimentada al ver la que sin duda es la peor película de Eastwood, una propuesta que pretende hablar de la vida, los valores y la amistad y que no podría estar más muerta. Una cinta sobre unos héroes interpretada por los propios protagonistas de la historia real, 85 minutos de documental de viajes de tres amiguetes cualesquiera narrados sin sentimiento alguno, todo ello para dirigirte hasta un desenlace de apenas 10 minutos que debería ser una explosión de emociones y tensión, pero en ningún momento es capaz de ello.

No hay absolutamente nada destacable en el ’15:17 Tren a París’, ni su pobre guion, ni la voluntad de sus auténticos protagonistas por ser actores durante un día, ni la banda sonora y aún menos su dirección. Es muy posible que sea un producto de consumo interno para los yonkis del patriotismo yankee, pero ni a estos gustará si también son amantes del buen cine.